Comunicados
Artículo

El ojeo de perdices, tradición deportiva española

El ojeo de perdices, tradición deportiva española

Redacción - 2 de enero de 2018

La cacería se ha convertido con el transcurso de los años en el deporte más practicado al aire libre, después de la pesca.

Las autoridades gubernamentales de países como España han informado sobre un incremento en la emisión de licencias de caza, lo que refleja el interés que ha despertado la actividad durante la última década.

Una de las más populares es la caza de la perdiz roja, que atrae cada temporada a miles de entusiastas de la cacería deportiva. Junto con la montería, el ojeo de perdices es una de las modalidades de caza con más arraigo y tradición en el país.

Este tipo de caza menor no solo representa un deporte ampliamente aceptado, sino que también encarna una importante actividad económica, pues involucra aspectos como la compra de escopetas, rifles, perros, municiones y todo lo relacionado con la logística para el desplazamiento.

La práctica se desarrolla en un determinado terreno dentro de un coto autorizado. Allí se disponen estratégicamente los puestos o pantallas, en forma semicircular, en una cantidad que puede ascender hasta una docena.

Dentro de cada puesto está situado el cazador, el cargador y un secretario, que lleva un registro de las aves abatidas. En el otro extremo del terreno se posicionan los ojeadores, también en semicírculo, que van avanzando para asustar a los pájaros y obligarlos a salir volando en dirección a los puestos.

Según las cifras oficiales, cada año se otorga permiso para cazar a 5 millones de perdices en todo el territorio español, lo que representa la cifra más alta entre los animales. Le sigue el conejo, con una cantidad estimada en 4,4 millones cada 12 meses.

Cada coto cuenta con características específicas para la cacería de perdices.

Para abordar el tema, los expertos de El Crespo, considerado como un coto de caza privilegiado para el desarrollo de la actividad cinegética, explican que un buen coto debe contar con áreas formadas por montes, llanos, valles y las vegas, donde vive la perdiz roja.

Desde su portal elcrespo.es, los especialistas destacan que el lugar elegido debe permitirle al cazador disfrutar del ojeo de perdices. “La calidad de nuestros cotos es única, lo que generará a todos una experiencia increíble, única e inolvidable”, asegura el personal de El Crespo desde su página web.

Impacto positivo

Estimaciones facilitadas por la Oficina Nacional de Caza (ONC) afirman que el sector generó en el 2016 más de 5.000 millones de euros, abarcando unos 54.000 puestos de trabajo.

Esto se traduce en un impacto positivo para el 80% del territorio donde se realiza la actividad, y que involucra directa, o indirectamente, a unos 5 millones de personas.

Otro dato importante es el que se refiere a la cantidad de licencias que existen actualmente, que rondan las 850.000, lo que representa un número considerable.

Debido a sus ventajas geográficas, España se ha convertido en un entorno privilegiado para los ojeos de perdiz. Miles de personas con alto poder adquisitivo toman parte de esta industria que involucra a la perdiz roja y su cacería deportiva.

Y es que hay pocas actividades como esta que suponen para el cazador emocionantes encuentros, así como el disfrute de largos paseos por el monte y la agradecida compañía de su perro.

Destino para la cacería

El país es uno de los principales destinos de los cazadores de todo el mundo para la práctica deportiva. De hecho, existen 14 especies de caza mayor, 9 de las cuales son únicas en el planeta.

Se puede mencionar al macho montés, rebeco cantábrico, rebeco pirenaico, boc balear, arruí, corzo, ciervo ibérico, jabalí, venados o el muflón. Es decir, especies de mamíferos superiores a los 20 kilos, según la disposición de la Memoria Estadística Anual de Caza que es elaborada por el Ministerio de Agricultura.

Respecto a la cacería menor, esta se realiza en torno a animales más pequeños, como es el caso de los conejos, la perdiz roja, palomas, liebres, la codorniz, tórtolas, el faisán y otras aves acuáticas.

En total existen unas 43 millones de hectáreas en las que es posible realizar la cacería sin contratiempos. Esto abarca unos 33.000 cotos.

Según las autoridades, el impacto económico de la cacería involucra múltiples sectores, que van desde la hostelería, las armas, los veterinarios, transporte, energía y la taxidermia.

La cacería representa una actividad económica que ha servido para dinamizar el mercado turístico y el de las armas, entre otros. Cada vez son más las personas que llegan al país para practicar esta actividad recreativa que involucra a miles en todo el territorio.

En el caso de las perdices, la tradición española ha marcado la pauta para el desarrollo de una cacería responsable, que mantiene a la especie en un número acorde respecto al territorio que ocupa.