Redacción - 7 de febrero de 2018
Con la llegada de las crisis económica se volvió a valorar lo hecho a mano. El estilo de vida recesionista descubrió muchos talentos ocultos, hasta el punto de llegar a convertirse en hobbies bastante costosos con el paso de los años y la mejora del mercado laboral. Tenemos un claro ejemplo en el scrapbooking.
Los albumes de fotos, los diarios y las libretas se han convertido en algo que deseamos enseñar, incluso llegamos a coleccionar. La papelería bonita ocupa buena parte de estantes en las tiendas de manualidades y también, ya confeccionadas, en establecimientos especializados en regalos originales.
Ya es posible usar una agenda o un pequeño block de notas con el diseño que mejor nos represente, incluso si tenemos aficiones poco habituales. Y, como no todo el mundo dispone del tiempo y el equipo necesario para un trabajo artesano, también se pueden comprar auténticas preciosidades ya hechas, susceptibles de decorarse un poco más con washi tapes o pegatinas kawaii si se desea.
Se imponen los estilos romántico y victoriano, junto con la estética vintage. Pero los motivos kawaii y los temas de inspiración animal también tienen su público fiel.
Un regalo con un bonito envoltorio y un lazo elaborado luce tan solo en el momento de la entrega del presente. Puestos a hacer algo con cariño, mejor dejar nuestro sello personal en el contenido y no en el envoltorio.
Así, mucha gente se convierte en crafter cuando desea hacer un regalo especial. Para todas esas personas a las que les gusta la personalización de material de escritorio pero no disponen de tiempo o dinero para invertir en troqueladoras y punchers elaborados, las cajas sorpresa de papelería constituyen una forma asequible de hacerse con un pequeño gran equipo de los materiales más utilizados en el scrapbooking sencillo. Algunas de estas cajas incluyen la opción de personalización, lo que las convierte en un regalo inolvidable.
Porque, al final, lo que más se venden son las tarjetas bonitas en las que dejar un mensaje escrito de puño y letra, los separadores de libros con forma de animalitos adorables, las pegatinas y cintas adhesivas decoradas y los bolígrafos simpáticos, disponibles en mil y un colores diferentes. Hablando de bolígrafos, también triunfan los de formas caprichosas, materiales insólitos, los terminados en un animal esculpido en madera o los que pueden confundirse con un adorno del escritorio: el límite lo pone la imaginación.
¿Será posible que en pleno siglo XXI las nuevas generaciones reclamen el uso de papel para cartas, sellos de estampación y sobres lacrados para ocasiones especiales? Parece que sí, pues la tendencia ha demostrado no ser una moda efímera.
Para muestra, algunas marcas que se han hecho un hueco en el mundo del regalo original con sus mensajes simpáticos o atrevidos, asociados a una estética en la línea de este nuevo boom. Con estos ejemplos, algunos con humor, otros un poco gamberros, queda claro que el consumidor medio de este tipo de artículos, bien sea para uso propio, bien para regalar, no es el público infantil.