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La eficiencia energética en calderas y aire acondicionado: algo más que un capricho

8 de marzo de 2019

La eficiencia energética en calderas y aire acondicionado: algo más que un capricho

La eficiencia energética en calderas o aire acondicionado no solo supone ahorro para las familias a final de mes, sino también respiro para nuestro medioambiente.

Todos queremos comodidad en nuestra vivienda. Sabemos que las nuevas tecnologías y nuestro mundo lleno de electrodomésticos van enfocados a hacernos la vida más fácil. Los reyes son sin duda las calderas y el aire acondicionado. Pero, ¿podemos aunar confort y lucha contra la contaminación?

Conceptos sencillos para problemas complejos

La contaminación y el desperdicio energético que suponen un maltrato al medio ambiente, son problemas complejos que no se van a solucionar por arte de magia. Los expertos advierten de que cada vez nos acercamos más a un punto de no retorno, y la solución no puede esperar. Dentro de los contaminantes, las calderas y el aire acondicionado eran tradicionalmente los más señalados.

Sin embargo, hay una solución relativamente sencilla cada vez más popular. Hablamos del concepto de “eficiencia energética”: reducir el consumo de energía hasta niveles responsables. ¿Y qué significa eso? Producir más por menos energía, desarrollando las estrategias, y también la tecnología, para conseguirlo.

Surge así la búsqueda de la construcción bioclimática, en donde la buena elección del equipamiento del hogar, especialmente de calderas y aire acondicionado, se muestra imprescindible.

Los abanderados del cambio

Se acusaba a las calderas y el aire acondicionado de contaminación y gasto. Es por ello que los fabricantes han mejorado muchísimo para surtir al usuario de productos con eficiencia energética y ecológicamente responsables.

Las calderas de gas disponen de una serie de características impensables hace años. Una amplia gama de alta eficiencia, que puede llegar a suponer un ahorro de hasta el 30% en la factura y las emisiones contaminantes, están hoy a la venta para satisfacer cualquier hogar. Especialmente eficaces son las llamadas calderas de condensación, que se basan en los principios de energías renovables.

A las normativas obligadas las marcas añaden las suyas propias: sellos verdes, sistemas de seguridad, bajo nivel de vatios…

Su principal rival, el aire acondicionado, que en cuestión de una década pasó de ser el electrodoméstico más contaminante a destacar en cuanto a la relación calidad/precio y en relación gasto/rendimiento, también convence. Gracias a sus calificaciones, que difícilmente bajan de A+ o A gracias a su modo de refrigeración, se pueden encontrar también en el mercado una amplia gama a buen precio que en nada tienen que envidiar a las calderas, con especial mención a las bombas de calor de bajo nivel sonoro, la contaminación olvidada.

Resulta por tanto evidente que el ecologismo, así como las marcas, cada uno en su terreno, unos informando y otros fabricando, han hecho un esfuerzo para dar a los usuarios productos de gran rendimiento pero bajo consumo. Porque la eficiencia energética en el hogar no es un capricho: es cuestión de supervivencia para el planeta.

Las calificaciones energéticas: aliadas del comprador de calderas y aire acondicionado

Si somos de esos compradores un tanto despistados, y que hemos oído hablar de eso de “respeto al medioambiente”, “cambio climático” y otra serie de vocablos, pero no sabemos muy bien qué podemos hacer para ayudar mientras de paso ahorramos en la factura del gas o la luz cada mes, quizá debamos prestar atención a las calificaciones energéticas a la hora de adquirir una caldera o aire acondicionado.

Es cierto que el consumidor medio tiende a pensar simplemente en la factura a final de mes, no tanto un compromiso auténtico y verdadero como tal contra el efecto invernadero o el CO2. No obstante, los ecologistas consideran que, una serie de trucos por parte del consumidor, así como una serie de normativas específicas, harán ahorrar y acabarán por convencer al comprador.

En la Unión Europea la Directiva 27/UE del 2012 creó un marco común y estableció los pasos a llevar a cabo. En España, esta directiva se complementa con el etiquetado que, desde hace años, incorporan las calderas y los aparatos de aire acondicionado. La A sería la máxima mientras la G sería la mínima. Esta calificación ayuda al comprador a entender que ese aparato lleva ahorro energético (eficiencia energética) y ahorro económico (menos consumo, pero igual potencia).

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