Vicki Vera - 24 de septiembre de 2021
Atrás han quedado los tiempos en los que quienes padecían de intolerancia a la lactosa en un grado severo, debían abstenerse radicalmente de consumir leche o alimentos obtenidos mediante su transformación.
Hoy en día, los consumidores afectados por esta intolerancia pueden encontrar en cualquier supermercado un amplio abanico de lácteos sin lactosa.
Por ejemplo, disponen de muchas opciones en Kaiku Sin Lactosa, una línea específica de producto desarrollada por esta prestigiosa corporación alimentaria, especializada en la transformación de la leche y la elaboración de todo tipo de productos derivados de la misma.
Sin embargo, aún existe un porcentaje considerable de intolerantes a la lactosa que prefieren seguir prescindiendo en su dieta de cualquier alimento que contenga leche o proceda de ella, aunque se les garantice que está libre de lactosa.
Estas reservas son comprensibles, especialmente en quienes, en el pasado, han sufrido trastornos de especial gravedad al consumir productos lácteos convencionales.
Pero que una decisión sea comprensible no implica necesariamente que se trate de una decisión acertada. Veamos el porqué:
No hace falta extenderse acerca de las propiedades nutritivas de la leche y sus derivados, pues son sobradamente conocidas. La definición nutricional más común acerca de la leche se refiere a ella como un alimento completo.
Pero hay un punto adicional que no todo el mundo conoce: el papel que la galactosa juega en nuestro organismo.
La galactosa es un hidrato de carbono que interviene en diversas funciones biológicas y en algunos procesos inmunitarios y neuronales.
Y resulta que la leche y sus derivados son la principal fuente de aporte de galactosa al organismo humano.
Otro de los grandes inconvenientes para los intolerantes a la lactosa que sufren síntomas agudos y siguen sin consumir lácteos, es la imposibilidad de beneficiarse de los probióticos de los productos que proceden de la fermentación de la leche.
Los probióticos son elementos clave para facilitar el equilibrio de la microbiota o flora intestinal. Este equilibrio incide directamente en el buen funcionamiento del aparato digestivo en su conjunto.
Además, no olvidemos que el equilibrio de la flora del intestino es un factor que fortalece nuestro sistema inmunitario.
Y es que en el mercado ya existe una extensa selección de productos lácteos sin lactosa, por lo los afectados deben olvidar los tiempos en que una intolerancia severa a la lactosa suponía la obligación de una abstinencia absoluta de leche y de sus productos derivados.
Las personas que sufren intolerancia pueden disfrutar, con total seguridad, de una dieta equilibrada que incluya lácteos muy variados:
Y como guinda, también queso en dos sabrosas variedades: emmental rallado y gouda, el queso más consumido en el mundo.
Porque no solo se trata de nutrirse de manera sana y equilibrada, ya que está probado que concederle ciertos caprichos al paladar mejora el estado de ánimo, lo que repercute directa y positivamente en nuestra salud.