Miguel Ángel Olimpo - 6 de septiembre de 2022
La vida en una comunidad de vecinos no es todo lo sencilla que nos gustaría. Si bien es cierto que cada uno es dueño de su propia casa, pudiendo mantener ahí el estilo de vida que desee, es fundamental respetar ciertas normas para garantizar la convivencia con el resto de los inquilinos. No son pocas las fincas que tienen continuos problemas entre los diferentes propietarios y, en favor de evitar que estas puedan agravarse, es fundamental contratar a un buen administrador de fincas. Unos especialistas en la gestión de comunidades, que velan por los intereses de todos los que allí habitan, desde un punto de vista imparcial.
Un administrador de fincas Huelva tiene un amplio volumen de tareas con las que debe cumplir a rajatabla. Cuando esta figura profesional no está a la altura de las circunstancias, la tranquilidad mental y económica de todos los inquilinos del edificio se pone automáticamente contra las cuerdas. Por eso, en favor de elegir unos especialistas de rigor, lo mejor que podemos hacer es analizar cuáles son sus principales funciones.
En primer lugar, hay que hablar de su rol administrativo, siendo la cara gestora de todos y cada uno de los trámites de la finca. La constitución de la comunidad, convocar y asistir a las juntas con su consecuente redacción del acta, el control de los morosos o la expedición de todos los certificados asociados con los pagos comunitarios, son algunas de las labores más importantes en esta materia.
De igual forma, los administradores de fincas juegan una carta fundamental en términos de contabilidad, es decir, son los responsables de gestionar los pagos comunitarios, bien sean los mensuales, como los especiales a causa de una posible derrama. De este modo, el dinero común estará en buenas manos, unas manos objetivas que se encargarán de destinar cada euro recolectado a su destino adecuado.
Como puedes ver, la función más importante para un administrador de fincas, es la de mantener la estabilidad de todos los inquilinos de la comunidad. No hablamos solo de una tranquilidad en términos financieros, algo crucial para nuestro bienestar, sino también del aspecto mental, ya que pueden resolver cualquier disputa que pueda haber entre los vecinos.
En este orden de ideas, los administradores lidian cuando alguno de los inquilinos se salta las normas de convivencia. Son los encargados de comunicar a dicho vecino que debe cambiar sus hábitos y, en caso de que la situación persista, iniciar todos los trámites legales correspondientes. Un trabajo crucial que puede evitar todo tipo de complicaciones entre la comunidad y dicho individuo.
A su vez, cabe hablar de su implicación en el mantenimiento de la finca. En caso de que alguna de las instalaciones se estropee, será el responsable de contratar a los profesionales correspondientes para su reparación. Un papel que también tiene en el día a día, puesto que como gestor de la finca, se encarga de dar con los mejores porteros o limpiadores para las zonas comunes.
Teniendo en cuenta todo lo comentado hasta ahora, es evidente que delegar en especialistas de rigor no es una recomendación: es todo un imperativo. Pero, ¿cómo identificar a un buen administrador de fincas? Bien, estos profesionales tienen ciertos rasgos característicos que les permiten ejecutar el mejor de los trabajos.
En primer lugar, destaca la transparencia. Muchos administradores actúan bajo su propio interés y firman contratos a comisión, con independencia de la calidad del servicio que obtendrá la finca. Un buen profesional debe mantener la honradez en todo momento y esto se puede ver reflejado en las valoraciones de los clientes que confían en ellos.
Tampoco debemos dejar de lado su implicación en la finca, la cual tienen que visitar de una manera periódica. La vocación, la rapidez en las gestiones pendientes y la formalidad que presentan, son aspectos clave a la hora de decantarnos por un administrador u otro. Así que, si quieres disfrutar de un servicio impecable, pon atención a qué empresa acudes.