28 de noviembre de 2024
En las distintas etapas de la maternidad, muchas mujeres buscan acompañamiento adicional que complemente la atención médica tradicional. Aquí es donde surge el rol de la doula, una figura que se ha vuelto cada vez más común y valorada en el apoyo integral durante el embarazo, el parto y el posparto. A diferencia de los profesionales de la salud, esta figura se enfoca en el bienestar emocional y físico de la madre, proporcionando soporte constante, información y alivio de las tensiones propias de este proceso. Este acompañamiento se basa en la empatía y en la comprensión profunda de las necesidades de la madre, ayudándola a atravesar de manera segura y satisfactoria una de las etapas más transformadoras de su vida.
Cuidando la salud de la mujer, la doula se convierte en una guía y una compañía que brinda calma en momentos que suelen estar cargados de incertidumbre y nerviosismo. No obstante, es importante aclarar que no cumplen funciones médicas; su labor es más bien de apoyo y contención. Permite que la mujer, y en muchos casos su pareja, se sienta segura y comprendida, reduciendo miedos y fomentando un ambiente de confianza. Las doulas son expertas en facilitar la comunicación entre el equipo médico y la embarazada, asegurando que la futura madre se sienta escuchada y que sus preferencias y preocupaciones sean tomadas en cuenta en todo momento.
Las funciones abarcan varias etapas del proceso maternal. Durante el embarazo, ofrece acompañamiento emocional y puede proporcionar recursos educativos sobre temas como el desarrollo del embarazo, el parto y la lactancia. También ayuda a la madre a preparar un plan de nacimiento que contemple sus deseos y expectativas, lo cual resulta especialmente útil para aquellas que desean vivir una experiencia más consciente y personalizada. Además, pueden enseñar a las madres y sus parejas técnicas de relajación y respiración, lo cual les permitirá enfrentar el parto con mayor calma y confianza.
En el momento del nacimiento, es una presencia constante y tranquilizadora. Mientras que los médicos y enfermeras están enfocados en los aspectos clínicos, ella se dedica al bienestar de la madre. Su apoyo puede incluir palabras de aliento, técnicas de masaje y orientación en las posiciones que puedan facilitar el trabajo de parto. Es un apoyo físico y emocional en ese momento tan intenso, ayudando a la madre a mantenerse enfocada y acompañada, lo cual puede reducir su percepción de dolor y facilitar el proceso. Este apoyo no solo beneficia a la madre, sino también a la pareja, quien puede sentirse acompañada y apoyada en su rol de acompañante, creando una experiencia de equipo.
En Nativas Mujer, comentan: “Desde siempre las mujeres se han unido en torno a sus vivencias maternales. Necesitamos sentir el acompañamiento, ser escuchadas y compartir espacios seguros. Necesitamos hacer tribu.”
Después del nacimiento, continúa su labor de apoyo en el periodo posparto. En esta etapa, muchas madres experimentan cambios emocionales y físicos, y ella está allí para brindar orientación y contención. En muchos casos, puede ser una etapa solitaria y abrumadora; ayuda a aliviar estas sensaciones proporcionando ayuda con temas como el establecimiento de la lactancia, el cuidado del bebé y la adaptación a la nueva dinámica familiar. También se convierte en una fuente de recursos prácticos, orientando a la madre en temas de alimentación, descanso y autocuidado. En esta fase, el papel resulta crucial para evitar o reducir la ansiedad y los temores que lo suelen acompañar.
Su relación con la embarazada se caracteriza por ser cercana y basada en la confianza. A través de su experiencia y conocimiento, permite que la madre se sienta segura, escuchada y fortalecida, lo cual tiene un impacto positivo en su salud mental y física. Las doulas no reemplazan al equipo médico, pero complementan su labor ofreciendo un soporte adicional que muchas encuentran indispensable. Es por esta razón que su trabajo es altamente valorado, especialmente por quienes desean vivir una experiencia de parto y posparto más consciente y menos medicalizada.
El trabajo de una doula va más allá de la simple asistencia: se convierte en un acompañamiento que transforma la experiencia de la maternidad. Su presencia ayuda a las madres a transitar esta etapa de manera más equilibrada, promoviendo su bienestar y fortaleciendo la conexión con su bebé. En esencia, actúa como un pilar de apoyo emocional y físico, recordando a cada madre su capacidad de enfrentar los desafíos que vienen con la maternidad. Así, su labor aporta una perspectiva positiva y consciente, demostrando que la maternidad, cuando se vive con el apoyo adecuado, puede ser una experiencia de empoderamiento y transformación profunda.