27 de diciembre de 2024
Las enfermedades de la piel, como el acné y la rosácea, afectan a millones de personas en todo el mundo, generando dudas y dificultades para identificarlas y tratarlas adecuadamente. La Dra. Janeth Arévalo, especialista en dermatología clínica y estética, explica las diferencias fundamentales entre estas dos afecciones, destacando la importancia de un diagnóstico preciso y las opciones de tratamiento disponibles, como el uso del láser decolorante y la incorporación de probióticos.
El acné es una afección común que se presenta principalmente durante la adolescencia, aunque también puede afectar a adultos. Se caracteriza por la aparición de puntos negros, granos y, en algunos casos, quistes inflamatorios que suelen localizarse en el rostro, espalda y pecho. La causa principal es una combinación de producción excesiva de grasa, bacterias y obstrucción de los poros.
Por otro lado, la rosácea es una enfermedad crónica que afecta más a menudo a adultos y suele manifestarse como enrojecimiento persistente en las mejillas, nariz y frente. Puede incluir la aparición de pústulas similares a las del acné, pero sin puntos negros ni quistes profundos. La rosácea está asociada con factores desencadenantes como cambios de temperatura, consumo de alimentos picantes y estrés, además de una predisposición genética.
La Dra. Arévalo subraya que, aunque ambos trastornos afectan la piel, sus tratamientos son diferentes y deben ser personalizados según el diagnóstico. En el caso del acné, el enfoque incluye terapias tópicas y orales, así como procedimientos especializados como peelings químicos y tratamiento con láser para reducir las cicatrices.
Para la rosácea, uno de los avances más efectivos es el láser decolorante, que ayuda a reducir el enrojecimiento y las lesiones inflamatorias, ofreciendo resultados significativos sin dañar la piel circundante. Además, la Dra. Arévalo destaca el uso de probióticos, tanto tópicos como orales, para mejorar la microbiota de la piel y reducir la inflamación, una estrategia que beneficia a pacientes con ambas afecciones.
La Dra. Janeth Arévalo enfatiza que un diagnóstico correcto es esencial para diferenciar entre acné y rosácea y establecer un tratamiento eficaz. Consultar con un dermatólogo especializado permite evitar tratamientos inadecuados que podrían agravar la condición de la piel y garantizar una atención profesional basada en las necesidades específicas de cada paciente.