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Rabietas; métodos infalibles para gestionarlas

10 de enero de 2025

Rabietas; métodos infalibles para gestionarlas

La aparición de las rabietas puede tener lugar en fases más tempranas o tardías de la infancia. Del mismo modo que el momento en que empiezan a remitir, lo cual, como veremos después, suele depender de diversos factores. La única certeza es que, cualquier padre o madre, a lo largo de la crianza de sus hijos, experimentará en algún momento de estas desagradables rabietas. Pero, ¿en qué consisten exactamente, por qué se producen y qué maneras hay de gestionarlas y prevenirlas?

Qué es una rabieta

El periodo comprendido entre los 2 y los 4 años es el más propicio para la irrupción de estos acontecimientos. Se trata de reacciones que entran dentro de lo normal entre los niños de esa edad. Surgen de una postura de obstinación y tozudez, mediante la que exteriorizan un desacuerdo frontal ante una decisión que no coincide con sus deseos.

Qué factores las propician

Las pataletas pueden desencadenarse por diferentes factores. Entre los mismos, se incluye el afán de posesión, el egocentrismo, la voluntad de erigirse como el centro de atención y la ambición de independencia y poder. A estas causas se une una destreza básica que los niños aprenden pronto. Esto hace referencia a la manipulación, que les permite identificar acciones con desenlaces compatibles con sus intereses.

Existen, por otra parte, situaciones que incrementan la probabilidad de aparición de las rabietas. Como el hambre, la sed, el agotamiento, el sueño o el aburrimiento. Y, por supuesto, el hecho de haberse salido con la suya previamente, tras protagonizar estos comportamientos, favorece la futura repetición de los mismos.

Cómo reaccionar ante una rabieta

Una vez que sus hijos han perdido los nervios, los padres deben saber cómo proceder para, a corto plazo, calmarles y, a la larga, educarles con el fin de erradicar tales conductas. En ocasiones, este tipo de reacciones puede darse fuera de las etapas más propicias. Una variable a tener en cuenta pues, en función de la fase de la infancia en que se produzcan, será recomendable adoptar diferentes estrategias.

Antes de los 2 años

Los llantos de los bebés simplemente indican alguna necesidad o molestia. A pesar de sus similitudes, no se puede identificar este tipo de reacción con una rabieta propiamente dicha. Para mitigar dichos momentos, resulta esencial ir aprendiendo a interpretar esas señales y atender el requerimiento o incomodidad asociados a las mismas.

Al aproximarse a los 24 meses de vida, los niños pueden empezar a protagonizar algún episodio prematuro de pataletas. En un momento dado que varía en cada caso, comienzan a ser conscientes de su identidad y su autonomía. Cobra importancia para ellos su ego, sus posesiones y su voluntad, pero, al no poseer aún una fluidez verbal suficiente, su frustración deriva en un estallido de emociones.

Entre los 2 y los 4 años

A partir de los 2 años, con el paulatino desarrollo intelectual del niño, se incrementa la probabilidad de irrupción de rabietas. Al igual que cuando surgen de manera temprana, la primera reacción de los padres ha de ser mantenerse firmes, sin elevar la voz ni lanzar reproches. Desde una postura serena y paciente, resulta imprescindible no ceder a sus peticiones. De lo contrario, se potenciará la idea de que la pataleta es una vía válida para obtener lo que desea.

Después es conveniente dejarle recapacitar, retirando amablemente la atención. Es buena idea establecer un tiempo de aislamiento, en torno a un minuto por cada año de edad. Tras pasar dicho periodo en una estancia tranquila que no le proporcione estímulos adicionales, lo normal es que se haya calmado.

Ahora sí, es momento de intentar razonar y de explicar que esas conductas no son adecuadas ni efectivas a la hora de alcanzar sus propósitos. En lugar de regañar o castigar, lo realmente interesante es enseñar a los niños otras fórmulas aceptables a través de las que transmitir su desacuerdo.

Después de los 4 años

Si la anterior es la tónica habitual en la crianza, lo normal es que, a partir de los 4 años, comiencen a desaparecer estos episodios. Cuando no sea así, se recomienda consultar a un especialista para que determine si existe algún problema adicional.

Cuándo solicitar asistencia médica

Del mismo modo, es aconsejable buscar ayuda profesional en cualquier etapa si se produce lo siguiente:

Se provocan lesiones o lesionan a otros.

Contienen la respiración, incluso hasta desmayarse.

Tienen pesadillas recurrentes.

Involucionan en el control de los esfínteres.

Padecen frecuentes dolores de cabeza o estomacales.

Experimentan ansiedad.

No se alimentan bien.

Poseen trastornos del sueño.

Muestran excesiva dependencia.

Prevención: cómo integrar las rabietas en el proceso educativo

En lugar de verlas como un evento negativo, las rabietas se presentan como una valiosa oportunidad para ejercer una crianza más eficaz. Suponen una experiencia práctica con la que acentuar los límites que los niños no deben sobrepasar. Aplicar disciplina no implica una falta de amor hacia ellos, sino todo lo contrario. Hay que demostrar interés y preocupación por enseñarles cómo vivir en sociedad y ser más felices.

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