
14 de mayo de 2025
Recientemente, Alejandro Navío Berzosa, socio fundador y CEO de NCA Smart, mantuvo una conversación con José Miguel Bernal Arencibia, reputado consultor de negocios y CEO de la consultora strategik.es, en torno a la realidad de los planes estratégicos en el tejido empresarial.
Durante la charla, Bernal fue tajante: una gran mayoría de pequeñas y medianas empresas carece de un verdadero plan. En su lugar, muchas disponen simplemente de un presupuesto a uno o varios años vista, algo que difícilmente puede considerarse una hoja de ruta estructurada y eficaz.
Para este experto, la necesidad de contar con un plan estratégico no solo es importante, sino urgente. El entorno actual se caracteriza por cambios constantes y acelerados: en los hábitos de consumo, en la tecnología, en los modelos de negocio. Sin capacidad de adaptación, las empresas se enfrentan a un serio riesgo de desaparición.
Al evaluar un plan estratégico, Bernal explica que lo primero en lo que se fija es en la visión de la empresa y en las expectativas que tiene sobre su modelo de negocio. En segundo lugar, en la ambición: es decir, en la determinación de alcanzar el éxito a través de los recursos que se deciden poner en juego para asegurar un crecimiento sostenible. A partir de ahí, analiza aspectos clave como la capacidad financiera, el nivel tecnológico, la innovación, el área comercial, el marketing y, por supuesto, el equipo humano y el cumplimiento legal, entre otros factores.
En este contexto, ya no basta con sobrevivir. Es necesario avanzar. Y la clave está en la estrategia. Definir, revisar y mantener actualizado un plan estratégico permite anticiparse a nuevos escenarios y orientar el negocio con claridad y firmeza hacia objetivos realistas pero ambiciosos. “Sin plan estratégico no hay paraíso”, suele recordar Bernal.
En ese camino, la comunicación juega un papel esencial. Es vital definir con nitidez quién es la empresa, qué hace y qué valor aporta al mercado, con el fin de generar confianza entre todos los actores implicados. En un entorno de alta competencia, la visibilidad y la propuesta de valor resultan indispensables, y para ello es fundamental contar con socios expertos en marketing y comunicación, sean estos internos, externos o una combinación de ambos.
Diseñar un plan estratégico —la hoja de ruta hacia el posicionamiento a corto, medio y largo plazo— requiere de apoyo especializado. La experiencia de consultores externos puede resultar decisiva para guiar a las organizaciones en un proceso que, aunque no esté exento de dificultades, es imprescindible si se quiere aspirar a competir con garantías.
En España, apenas el 20% las PYMES dispone de un plan estratégico, una cifra alarmante si se considera la importancia de esta herramienta de gestión para lograr un crecimiento sostenible. Aunque el porcentaje de pequeñas y medianas empresas en el país es comparable al de otras economías europeas —en torno al 95% total empresarial—, su nivel de competitividad dista mucho del de países como Francia o Italia. En buena medida, esta diferencia radica en que en esos países la mayoría de empresas sí cuenta con una estrategia definida, lo que les otorga una clara ventaja.
De continuar por esta senda, muchas compañías españolas se verán en clara desventaja frente a sus competidores internacionales, especialmente en un mercado global marcado por la velocidad y la exigencia.
Ante esta situación, resulta urgente plantear un plan nacional que, al igual que el de digitalización, eleve el nivel competitivo de las empresas. Este plan debería contar con el respaldo institucional del Gobierno y la colaboración de organizaciones empresariales como la CEOE, CEPYME e incluso los sindicatos, cuyo interés en el fortalecimiento del tejido productivo debería ser evidente.
La puesta en marcha de una iniciativa de esta magnitud requeriría también la participación activa de consultoras especializadas, tanto grandes como medianas y pequeñas, así como de un nutrido grupo de consultores independientes, que ya existen en el panorama nacional.
España, inmersa en un proceso de desindustrialización, necesita urgentemente impulsar su reindustrialización, y ello solo será posible si se dota a las PYMES de herramientas estratégicas eficaces para competir en igualdad de condiciones. De no hacerlo, se perderá una vez más una gran oportunidad de ganar protagonismo no solo en Europa, sino también en los mercados globales.
Y volviendo al título de este artículo: sin plan estratégico no hay paraíso.