
2 de junio de 2025
En unos días, miles de jóvenes en España se enfrentarán a la prueba de la EvAU, el examen que puede abrirles las puertas de la universidad y definir gran parte de su futuro. En los hogares de estos estudiantes, los nervios están a flor de piel, los libros se apilan en los escritorios, y las noches de estudio se extienden más de lo que el cuerpo aguanta. Es un momento de tensión, pero también de esperanza. Tienen acceso a educación, a docentes que los guían, a materiales que les facilitan el aprendizaje, y, en la mayoría de los casos, a la tranquilidad de saber que, más allá de los resultados, hay opciones y oportunidades.
A miles de kilómetros, en Sierra Leona, otro grupo de niños vive una realidad completamente distinta. Para ellos, la educación no es una garantía, sino un privilegio esquivo. En muchas regiones, las aulas son espacios improvisados con techos de chapa y suelos de tierra; los libros, un lujo, y los maestros, escasos. La jornada escolar compite con las exigencias de la supervivencia. Algunos tienen que trabajar desde pequeños para ayudar a sus familias, otros deben caminar kilómetros para llegar a la escuela, y muchos, simplemente, no pueden asistir porque la pobreza les impone otras prioridades.
La desigualdad en el acceso a la educación es un reflejo brutal de las diferencias económicas, políticas y sociales que marcan el destino de millones de niños en el mundo. Mientras en España se debate sobre el nivel de dificultad de un examen, en Sierra Leona se lucha por la posibilidad de aprender a leer y escribir. Mientras unos sueñan con elegir una carrera, otros solo sueñan con tener un futuro.
La educación es una de las herramientas más poderosas para romper el círculo de la pobreza y construir sociedades más justas. Por ello, es fundamental no solo valorar el acceso que tenemos a ella, sino también ser conscientes de que en muchos lugares sigue siendo un desafío pendiente. Quizás, el verdadero examen no es la EvAU, sino el compromiso que asumimos como sociedad para garantizar que, algún día, todos los niños, sin importar dónde nazcan, tengan las mismas oportunidades de aprender y crecer.
África no es un buen lugar para nacer mujer. Y Sierra Leona, uno de los países más pobres del mundo, aún es peor. Allí la infancia dura muy poco, con once o doce años, las niñas no juegan a ser mamás: lo son de verdad. Matrimonios infantiles y ablaciones ya están prohibidas. En teoría claro. Erradicar estas prácticas de los entornos rurales es complejo. Seydu fundador de la ong Diamond Child lo sabe bien, conoce la realidad a la que se enfrentan estos niños. Y, en especial, las niñas, mucho más desprotegidas. Ejerce de tutor legal de más de 600 niños, evitando que sean "vendidas"/ casadas, caigan en redes, y abandonen los estudios. Tremenda labor la suya.
Diamond Child crea humanidad y futuro a través de la educación, una de las herramientas que más necesita el continente, favoreciendo que muchos niños de infancias perdidas vuelvan a tener dignidad, e incluso una familia que los quiera. Hace ya más de dos décadas que Seydu fundó la escuela solidaria para devolverles la infancia y la dignidad a esos niños soldados de la guerra, y a las niñas que fueron abusadas. Hoy en día acoge a muchos huérfanos que dejó la pandemia de ébola, y niños recogidos de la calle. Son más de 600 alumnos que Seydu mantiene prácticamente solo, con su trabajo como músico y conferenciante.
Él mismo tuvo una infancia dura. Posee una de las biografías más impactantes del mundo de la música. Salió de Sierra Leona con doce años, cuando era el país más pobre del mundo según la ONU. Llegó a España en barco… Pero no con un billete de primera, sino como polizón. Viajó lejos, cruzó mares y ciudades, aprendió de los grandes y compartió escenarios con leyendas. Ha colaborado con músicos de la talla de Youssou N´Dour, Stevie Wonder, Alejandro Sanz, Kiko Veneno, Raimundo Amador o Rosario Flores. Su música es auténtica, sin aditivos ni conservantes.
Seydu colabora con la agencia líder de motivación Helpers Speakers, (siempre muestran su lado más solidario, como sus donaciones a AECC Asociación Española Contra el Cáncer) Sus conferencias son una lección de resiliencia que hablan de solidaridad, humanidad, esfuerzo, autoliderazgo, integración y superación. Su condición de músico, junto a la impactante historia de su vida, les ha llevado a acuñar un nuevo "género" dentro de la motivación: conferencierto, una magistral mezcla que no deja indiferente a nadie. Sin duda, eventos con alma que dejan huella, hacen reflexionar y despiertan sentimientos de solidaridad, empatía, liderazgo y esfuerzo.
En un país donde los sueños no se cumplen jamás, él lo logró. Por eso, Seydu quiere devolver a su gente la oportunidad de estudiar que él tuvo. Pero su tarea no es fácil y necesita mucha ayuda. Los 60 niños de Diamond Child que se van a enfrentar ahora a sus exámenes, van a estar concentrados en un camp educativo, preparándose para la gran prueba. Seydu sabe que es la única forma de que los niños puedan enfocarse en los estudios, y que sus familias no les alejen de su futuro poniéndoles a trabajar o arreglen un matrimonio por unos pocos euros de dote. Pero esto supone un gasto adicional.
Recuerda que la mejor manera de colaborar es contratando sus conferencias/talleres/conciertos de Seydu o a través de una donación en la página web de Diamond Child: www.diamondchild.org
Ayudar a otro es un privilegio, hay que agradecer poder hacerlo.