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El factor humano en la era digital; lo que no pueden olvidar las empresas

9 de junio de 2025

Cuando el talento digital se siente cuidado, se queda. Así de simple. De acuerdo con el estudio The Good Digital Company, elaborado por la consultora de talento digital Candee, solo un 13% de quienes se sienten valorados está pensando en cambiar de trabajo. En cambio, entre quienes no se sienten reconocidos, ese porcentaje aumenta hasta el 51%. Una diferencia abismal que revela una verdad incómoda: no cuidar al equipo sale caro, aunque muchas empresas aún no estén haciendo las cuentas.

En un contexto donde la competencia por el talento es feroz, cuidar a los equipos ya no es solo una cuestión ética o de cultura: se ha convertido en una ventaja competitiva. El problema es que, mientras las empresas exigen rendimiento, agilidad y adaptación, muchas siguen tratando al talento como un recurso renovable. Sin embargo, nuevas metodologías como la de Candee están demostrando que es posible atraer, validar y fidelizar desde una lógica distinta: la del respeto mutuo y el entendimiento profundo.

El coste de no escuchar: lo que el talento necesita y muchas empresas ignoran

Según el estudio de Candee, el 71% del talento digital declara estar abierto a cambiar de proyecto. Solo un 8% se encuentra en búsqueda activa, pero más del 60% escucharía ofertas si el proyecto mejora su situación. Las principales razones del cambio no siempre están relacionadas con el salario, aunque este sigue siendo el factor más valorado (83%). Muy cerca le siguen la flexibilidad horaria (81%) y la conciliación real (43%).

Este escenario responde a una demanda creciente de condiciones más humanas: modelos híbridos, liderazgo sano, oportunidades de desarrollo profesional y procesos de selección menos opacos. Sin embargo, la mayoría de las empresas aún gestionan el talento bajo esquemas heredados: sin tiempo para escuchar, sin medios para validar con rigor, y con culturas organizativas que muchas veces no se cuestionan a sí mismas.

La consecuencia es silenciosa, pero costosa. Alta rotación, desmotivación acumulada y procesos de selección que desgastan más de lo que resuelven. Un deterioro progresivo que afecta a la continuidad de los proyectos, debilita el compromiso del equipo y compromete la capacidad de las organizaciones para sostener su crecimiento en el tiempo.

Modelos que funcionan: el caso de Candee

Frente a este contexto, empiezan a consolidarse propuestas que apuestan por una relación distinta con el talento. Modelos que entienden que no se trata solo de cubrir vacantes, sino de generar vínculos sostenibles. Candee, consultora de talento para marketing digital, es un ejemplo claro de esta nueva forma de hacer las cosas.

Su enfoque parte de un principio simple pero a veces olvidado: el respeto mutuo. Y se traduce en procesos transparentes, personalizados y alineados con las expectativas reales del talento. No es casual que, según el estudio The Good Digital Company, un 72% de los profesionales digitales priorice que el proceso de selección sea claro y transparente, incluso por encima del propio proyecto o los valores de la empresa.

La metodología de Candee combina validación técnica y humana. Junto a los CandeExperts —profesionales en activo que aplican pruebas prácticas diseñadas ad hoc— validan el conocimiento real de cada perfil, pero también su forma de pensar, comunicarse y resolver problemas. Al mismo tiempo, se analiza el encaje cultural y la compatibilidad con el equipo. Todo con un enfoque que prioriza la escucha, el feedback y el respeto más allá del resultado final.

Cuidar al talento: la nueva ventaja competitiva para las empresas

La selección de talento digital vive una paradoja: mientras los perfiles escasean, muchas compañías siguen tratando el proceso como un simple embudo. Pero lo que hoy diferencia a las empresas que crecen no es solo su tecnología, sino su capacidad de generar relaciones laborales que funcionen a largo plazo. Cuidar al talento no es un lujo, es una necesidad estructural en un mercado donde lo técnico pesa, pero lo humano decide. Y quienes entienden esto, ya están un paso por delante.

Porque en un mercado saturado de automatismos y procesos impersonales, acompañar de verdad marca la diferencia. Y en ese gesto — el escuchar, cuidar y validar con cariño— está la clave para reducir el margen de error sin perder de vista lo esencial: la persona. Esa es la nueva ventaja competitiva.

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