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Cuando la IA se adelanta al talento; cómo evitar el colapso interno con Elev8

8 de julio de 2025

En los últimos dos años, miles de empresas han incorporado herramientas como ChatGPT o Midjourney a sus procesos. La promesa de la inteligencia artificial (IA) como acelerador de productividad parece imparable y, sin embargo, los datos cuentan otra historia: solo el 12% las compañías en España han adoptado tecnologías de IA, y de ellas, apenas un 2% dispone de especialistas en el tema, según el Instituto Nacional de Estadística.

Este desfase entre adopción tecnológica y capacitación real da lugar a una paradoja: las organizaciones invierten en herramientas avanzadas que sus equipos aún no saben utilizar. Se instala software sin un plan claro para maximizar su valor y, mientras tanto, la brecha entre tecnología y personas no deja de crecer.

Frente a esta realidad, surgen iniciativas como Elev8 Digital School, que no se limitan a enseñar tecnología, sino que ayudan a integrarla con impacto en la operativa diaria. Porque no se trata solo de adoptar IA, sino de aprender a usarla bien.

El coste oculto de la mala implementación

Mucho se habla de los beneficios de la IA, pero poco del precio que se paga cuando esta se implementa de manera incorrecta. La mayoría de problemas no vienen por la tecnología en sí, sino por su aplicación desordenada o malentendida.

En entornos laborales reales, esto se traduce en tareas duplicadas, frustración entre perfiles que no se sienten capacitados y una falsa sensación de avance digital. Lejos de mejorar la productividad, se generan cuellos de botella nuevos y un ecosistema de trabajo aún más complejo.

En algunos casos, incluso se instala la idea de que la IA no funciona, cuando en realidad lo que no funciona es su integración con la operativa del equipo. El problema no es la herramienta, sino la falta de formación para sacarle provecho.

Formación estratégica: la clave para que la IA funcione en el negocio

En un intento de cerrar la brecha entre personas y tecnología, muchas compañías fracasan al recurrir con frecuencia a soluciones estándar: plataformas online de formación masiva, cursos teóricos sin aplicación práctica o sesiones puntuales impartidas por consultoras externas que no conocen el negocio. ¿El resultado? Equipos que acumulan certificados, pero no ganan en productividad.

Aquí es donde entran nuevos modelos como Elev8, escuela especializada en formación digital para empresas, que redefine cómo se forma en habilidades digitales. Su enfoque se basa en programas tailor-made, impartidos por profesionales en activo que usan la IA en su día a día. Parten de una convicción clara: que cada skill aprendida se aplique en negocio desde el primer momento.

Además, Elev8 incorpora metodologías como la de Marginal Gains, que apuesta por mejoras del 1% semanal. En lugar de grandes cambios teóricos, se busca evolucionar de forma continua y sostenida. Pequeñas mejoras semanales pueden generar un salto de más del 50% en productividad en menos de un año, una lógica más cercana a los equipos de alto rendimiento que a las aulas tradicionales.

La diferencia entre instalar IA y transformarse está en el equipo

Muchas empresas creen estar avanzando solo por instalar herramientas de inteligencia artificial. Pero sin una estrategia de formación detrás, ese avance es limitado. La tecnología por sí sola no cambia nada si las personas que la usan no entienden cómo aplicarla de forma útil y alineada con los objetivos del negocio.

Formar al equipo con modelos como el de Elev8 no es un complemento, es una condición necesaria para que la inversión en IA tenga sentido. Cuando los profesionales saben utilizar bien estas herramientas, la productividad mejora, los procesos se optimizan y las decisiones se toman con más criterio.

Por eso, la verdadera transformación no empieza al comprar software, sino al desarrollar las habilidades necesarias para aprovecharlo. Porque si el equipo no está preparado, la tecnología no suma. Y en un entorno tan competitivo como el actual, eso puede marcar la diferencia entre avanzar o quedarse atrás.

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