
12 de septiembre de 2025
En un contexto marcado por la incertidumbre y la alta competitividad, las empresas han vuelto a poner el foco en su gestión económico-financiera interna como pilar estratégico para garantizar su sostenibilidad. Según destacan diferentes expertos en dirección financiera, los negocios no solo deben vigilar las dinámicas externas del mercado, sino también reforzar sus procesos internos para asegurar su liquidez, rentabilidad y capacidad de crecimiento.
Entre los temas que más preocupan a las organizaciones dentro de su propio establecimiento destacan el control de la tesorería y del flujo de caja diario, la optimización de márgenes y rentabilidad, la gestión del capital de trabajo, el nivel de endeudamiento, la eficiencia operativa y el cumplimiento fiscal y contable. A ello se suman la necesidad de invertir en innovación, la gestión de riesgos internos —como los impagos de clientes o la dependencia de pocos proveedores—, y el análisis constante de indicadores clave como el punto de equilibrio, el ROE o el WACC.
Las organizaciones con mayor resiliencia son aquellas que han aprendido a controlar su flujo de caja con precisión, planificando pagos, ingresos y proyecciones de tesorería con suficiente antelación. Una caja saneada significa disponer de liquidez para afrontar imprevistos, invertir en crecimiento y responder con agilidad a los cambios del mercado.
Otro punto crítico es la optimización de márgenes de rentabilidad. En un escenario donde los costes de energía, materias primas y personal han aumentado de forma considerable, resulta imprescindible ajustar la estructura de costes, renegociar condiciones con proveedores y establecer precios de venta que mantengan la competitividad sin poner en riesgo el margen de beneficio.
En paralelo, la gestión del capital de trabajo se ha convertido en uno de los indicadores más vigilados. Equilibrar el tiempo de cobro de clientes, la rotación de inventarios y el pago a proveedores es esencial para evitar tensiones de liquidez. Muchas empresas han adoptado sistemas de gestión digital que les permiten visualizar en tiempo real el estado de sus cuentas y tomar decisiones rápidas y fundamentadas.
El nivel de endeudamiento también ocupa un lugar destacado en la agenda directiva. No se trata únicamente de cuánto debe una empresa, sino de cómo se estructura esa deuda, bajo qué condiciones y con qué capacidad de devolución. Una deuda estratégica y bien negociada puede ser un instrumento de crecimiento; en cambio, un apalancamiento excesivo puede comprometer la estabilidad a largo plazo.
La eficiencia operativa es otro de los grandes retos. Reducir costes innecesarios, aumentar la productividad de cada empleado y digitalizar procesos se ha convertido en un objetivo común para mejorar la competitividad. Muchas compañías están implementando soluciones tecnológicas de control financiero que permiten automatizar tareas, evitar errores y optimizar el tiempo de gestión.
A nivel fiscal, el cumplimiento contable y tributario sigue siendo una prioridad ineludible. Un error en la presentación de impuestos o una mala interpretación de la normativa puede generar sanciones costosas y problemas legales. Por ello, las empresas buscan cada vez más asesoramiento especializado que garantice una correcta planificación fiscal, reduciendo riesgos y optimizando la carga impositiva.
La capacidad de inversión es otro de los elementos que diferencia a las compañías que crecen de aquellas que se estancan. Invertir en modernización, innovación y expansión requiere de un análisis financiero riguroso basado en indicadores como el ROI (Retorno de la Inversión), el VAN (Valor Actual Neto) o la TIR (Tasa Interna de Retorno). Estos parámetros permiten evaluar si una inversión aportará valor a la empresa y en qué plazo se recuperará el capital invertido.
La gestión del riesgo financiero interno también cobra relevancia. El impago de clientes, la concentración de proveedores o la falta de diversificación de ingresos son amenazas que deben estar bajo control. Los planes de contingencia, el análisis de escenarios y la diversificación de carteras se posicionan como herramientas indispensables para reducir vulnerabilidades.
Los indicadores de gestión (KPIs financieros) son ahora parte del día a día de la dirección empresarial. Medir el punto de equilibrio, el ROE (Rentabilidad sobre Recursos Propios), el ROA (Rentabilidad sobre Activos) o el WACC (Coste Medio Ponderado de Capital) no es un ejercicio académico, sino una herramienta práctica que permite tomar decisiones rápidas y con base en datos objetivos.
Otro de los focos está en la estrategia de precios. Las empresas entienden que no se trata solo de vender más, sino de vender mejor. El precio debe reflejar el valor real del producto o servicio, cubrir los costes asociados y al mismo tiempo mantener la competitividad frente al mercado. Un error en esta estrategia puede erosionar los márgenes y comprometer la rentabilidad del negocio.
En un contexto cada vez más tecnológico, la digitalización de la gestión financiera se presenta como un cambio de paradigma. Sistemas de inteligencia de negocio (BI), análisis predictivo y plataformas de control en la nube permiten a los directores financieros obtener una visión global en tiempo real, facilitando decisiones estratégicas con menor margen de error.
La figura del director financiero (CFO) ha pasado de ser un mero responsable de cuentas a un socio estratégico de la dirección general. Hoy en día, el CFO se implica en la estrategia, en la innovación y en la toma de decisiones de alto nivel, aportando no solo control económico, sino también visión empresarial.
En el grupo BIG FOUR ARH ECONOMIST disponen de economistas y directores financieros (CFO) cualificados, con visión empresarial, que procuran asumir un papel protagonista en su desempeño, implicándose en los proyectos de forma completa y aportando valor a las empresas que representan.
Cuentan con más de 15 años de experiencia en el sector económico, la gestión y la administración de empresas, con especialización en finanzas. Lideran la planificación, la ejecución, la gestión del tiempo y el control de la estrategia económica para diferentes organizaciones, asegurando en todo momento su alineación con el presupuesto y los objetivos de la organización.
Su misión es garantizar la sostenibilidad, la liquidez y la viabilidad de las empresas que representan, optimizando los recursos económicos, evaluando y gestionando los riesgos, y aprovechando las oportunidades del mercado.
Para ello, se apoyan en una visión global y tecnológica que les permite analizar los datos y las tendencias locales y globales, adaptándose al entorno volátil y competitivo actual, aportando valor, ayudando a solucionar, resolver, y gestionar la operativa de la empresa, con el objetivo de obtener los dream equation (DESEOS) y resultados económicos previstos, así como mejorar el rendimiento, productividad, rentabilidad, solvencia y liquidez.
Este despacho profesional de consultoría especializada – BIG FOUR ARH ECONOMIST, con sede en Madrid y Marbella, a través de su CEO, el economista Andrés Hassen, brinda desde el año 2003 las estrategias, soluciones y conclusiones necesarias para que sus clientes puedan tomar las mejores decisiones en el momento correcto, asesorando con total confidencialidad y compromiso.
Su lema es:
«Lo importante para el cliente es importante para nosotros».