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Relaciones modernas, el impacto emocional de los celos derivados de las redes sociales

6 de octubre de 2025

Las transformaciones tecnológicas han modificado la forma en que se construyen y sostienen los vínculos afectivos en la contemporaneidad. La Lic. Ingrid Ávila analiza que en este nuevo contexto las relaciones se desarrollan bajo una exposición constante, donde lo íntimo se muestra, se interpreta y se valida públicamente. Las redes sociales se han convertido en escenarios de representación emocional, donde cada gesto puede leerse como una declaración afectiva, y donde los límites entre lo público y lo privado se diluyen hasta volverse difusos.

Este fenómeno no solo afecta las dinámicas interpersonales, sino que configura un nuevo modelo vincular atravesado por la visibilidad, la inmediatez y la necesidad de validación externa. El impacto psíquico de estas dinámicas es profundo y complejo, y se manifiesta de diversas formas en los espacios terapéuticos.

Configuración del vínculo en la era digital

En el paradigma actual, el vínculo afectivo ya no se estructura únicamente en la experiencia compartida en la intimidad, sino también en el ámbito digital. La actividad en redes sociales adquiere una dimensión afectiva significativa: comentarios, reacciones, silencios o ausencias pueden convertirse en elementos cargados de sentido emocional.

Las relaciones tienden a funcionar como casas de vidrio, donde cada movimiento se encuentra expuesto a la mirada externa. La intimidad se ve atravesada por una lógica de exhibición que genera tensiones internas, tanto individuales como relacionales. Bajo esta lógica, se instala una forma de “presencia constante”, que no necesariamente implica cercanía emocional, sino más bien vigilancia mutua y sobreinterpretación del comportamiento digital del otro.

Proyección, control y ansiedad vincular

Uno de los fenómenos clínicos observables en este contexto es el uso del entorno digital como espacio de proyección de conflictos internos no elaborados. La percepción de likes, comentarios o interacciones digitales puede activar fantasmas psíquicos relacionados con el abandono, la traición o la insuficiencia personal.

Desde una perspectiva psicodinámica, estas manifestaciones pueden entenderse como intentos inconscientes de controlar lo incierto. La ansiedad relacional, alimentada por la ambigüedad del lenguaje digital, conduce con frecuencia a prácticas invasivas: revisión de dispositivos, exigencia de contraseñas, necesidad de explicaciones sobre conductas online.

Estas conductas, lejos de reducir el malestar, suelen intensificarlo. En lugar de ofrecer seguridad, amplifican la sensación de amenaza y generan una erosión progresiva de la confianza mutua. Se instala así un círculo vicioso en el cual la búsqueda de control produce mayor desregulación emocional.

Celos digitales y desgaste emocional

Los celos en las relaciones contemporáneas adquieren nuevas formas. En muchos casos, no se desencadenan por hechos concretos, sino por interpretaciones subjetivas de interacciones digitales. La ausencia de certezas —propia del entorno online— deja espacio a la especulación y a la construcción de narrativas personales que, si bien pueden carecer de sustento factual, generan un sufrimiento psíquico auténtico.

Este tipo de celos, definidos en algunos marcos clínicos como “celos digitales”, se caracterizan por su difícil regulación y por su capacidad para deteriorar la dinámica afectiva. A diferencia de los celos basados en la experiencia directa, estos se alimentan de fragmentos, símbolos y signos que no siempre refieren a realidades objetivas.

En términos terapéuticos, se vuelve necesario identificar las emociones subyacentes que alimentan estos estados: baja autoestima, miedo al rechazo, inseguridad personal o patrones vinculares previos marcados por la inestabilidad. Solo a partir de esta comprensión profunda es posible intervenir sobre la dinámica sin reducirla a una cuestión meramente conductual o moral.

Redefinición de lo íntimo: el trabajo clínico en tiempos de exposición

El trabajo psicoterapéutico en este escenario no se limita a intervenir sobre los síntomas, sino que implica una revisión más amplia del modo en que se conciben y gestionan los vínculos afectivos. La exposición permanente impone la necesidad de renegociar los acuerdos relacionales: qué se comparte, qué se preserva, cómo se establecen límites claros entre lo individual y lo compartido.

Desde esta perspectiva, la intervención clínica apunta a fortalecer la comunicación emocional auténtica, fomentar la diferenciación del yo frente al otro y propiciar vínculos menos reactivos. Se trabaja para que los lazos afectivos no se sostengan en la vigilancia o en la validación externa, sino en el reconocimiento mutuo, la autonomía emocional y la construcción consciente de intimidad.

La importancia del trabajo clínico para los vínculos en la era digital

Los vínculos afectivos en la era digital transitan un escenario complejo, donde la visibilidad permanente modifica la forma en que se ama, se cuida y se teme. La tecnología no constituye en sí misma una amenaza para las relaciones, pero sí introduce desafíos que requieren ser comprendidos en su profundidad psíquica y simbólica.

El trabajo clínico en este contexto se vuelve fundamental para desentrañar las tramas invisibles que se tejen entre lo digital y lo emocional. Comprender el amor como una construcción relacional —y no como una reacción a estímulos digitales— permite recuperar la intimidad como un espacio posible, incluso en tiempos de exposición.

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