
14 de octubre de 2025
La sociedad española, cada vez más desprendida de la tradición religiosa, está llevando su laicismo a todas las facetas de la vida. Incluso en ciudades con una gran tradición cristiana, como es Sevilla, crecen cada año las bodas civiles, se reduce el número de comuniones e, incluso, ha aumentado el número de velatorios laicos en los tanatorios de la región.
Las personas que se preparan a conciencia para su despedida ya no solo dejan instrucciones sobre las flores para tanatorio en Sevilla, la música que quieren que suene o qué lecturas se deben hacer: cada vez es más habitual que se establezca un rito de despedida que no incluye una misa. Esto es debido, explican los sociólogos, al auge de la conciencia laica y al deseo de las personas de desprenderse de unos ritos en los que no se reconocen.
Evidentemente, no hay que entender esto solo como un rechazo a la religión católica. En muchas ocasiones, la apuesta por el velatorio civil responde a un deseo de diseñar un ritual de despedida más personalizado, donde los familiares y amigos de la persona difunta encuentren un espacio ideal para su despedida.
Esta línea de la personalización ha estado siempre tras todo el rito católico del entierro. Obviamente, las limitadas fórmulas del protocolo de la misa hacían que los familiares del difunto personalizaran el rito con pequeños detalles llenos de simbología.
Un ejemplo era la elección de las lecturas de la misa o, especialmente, las flores con las que se honraba la memoria de la persona que había fallecido.
Esto se sigue haciendo hoy, tanto en los entierros religiosos como en los civiles. La diferencia es que en los actos laicos se suele incluir la música favorita de esa persona, se leen algunos poemas que la definan o extractos de sus libros favoritos, etc.
Por supuesto, el montaje de una ceremonia civil permite una mayor libertad, que suele enfocarse a que algunas personas cercanas a la persona fallecida hablen al resto sobre recuerdos o vivencias compartidas con sus seres queridos.
Aunque los tanatorios siguen siendo el lugar idóneo para este tipo de actos, las ceremonias civiles permiten que las familias puedan elegir otros espacios. Esto ocurre, especialmente, cuando la persona fallecida destacaba en algún ámbito social.
Por ejemplo, es habitual que individuos que han prestado grandes servicios a su comunidad sean velados en lugares simbólicos: el campo de fútbol para un deportista, una galería de arte privada para un artista, etc.
Aunque en España esta no es la tónica habitual, sí es cierto que poco a poco crecen estas peticiones que tratan de evitar tanatorios e iglesias.
Conscientes de que esta no es una moda pasajera y de que la sociedad está cambiando incluso a la hora de elegir su despedida, funerarias y aseguradoras están adaptando sus servicios a esta nueva realidad.
De hecho, esta posibilidad es algo que se destaca en las nuevas pólizas, ya que es un motivo más para que una persona que toma este tipo de seguros se decida por una opción antes que por otra.