3 de noviembre de 2025
					
					En el corazón de la montaña asturiana, donde los valles se funden con los bosques y los pueblos conservan su esencia, Teverga espera con los brazos abiertos a quienes buscan un viaje auténtico. Este concejo, galardonado con el Premio Pueblo Ejemplar de Asturias, es una joya escondida entre montañas, un lugar donde el tiempo transcurre al ritmo de la naturaleza y cada rincón invita a detenerse y mirar con calma.
Pocos territorios concentran tanta belleza en tan poco espacio. Integrado en el Parque Natural de Las Ubiñas–La Mesa, declarado Reserva de la Biosfera, Teverga es un paraíso para quienes disfrutan de la vida al aire libre. La Senda del Oso, una de las rutas más conocidas de Asturias, atraviesa sus valles siguiendo el antiguo trazado del ferrocarril minero. Hoy, ese camino se ha convertido en un recorrido inolvidable para ciclistas, senderistas y familias que disfrutan del paisaje y de la presencia, aún simbólica, del oso pardo cantábrico.
A finales de año, el municipio estrenará la Vía Ferrata de Entrago, la primera de iniciativa pública en Asturias. Diseñada con varios niveles de dificultad, permitirá adentrarse en la montaña con total seguridad y disfrutar de vistas espectaculares sobre el valle.
Más allá de estos iconos, Teverga es tierra de rutas y caminos: desde los hayedos de Montegrande hasta la Cascada del Xiblu, donde el agua se precipita entre paredes cubiertas de musgo, o la Ruta Vaqueira, que sigue las huellas del pastoreo estacional. Bajo tierra, la Cueva Huerta, Monumento Natural y refugio de miles de murciélagos, completa este mosaico natural que se extiende entre bosques, praderas y calizas. Aquí, cada paso es una lección de respeto por la tierra.
El paso del tiempo ha dejado en Teverga un patrimonio monumental que habla de fe, arte y memoria. En el corazón del valle, la Colegiata de San Pedro, joya del románico asturiano, conserva un ambiente recogido y casi místico. Fundada en el siglo XII, alberga valiosas piezas de arte sacro y dos momias que despiertan la curiosidad de los visitantes.
A pocos kilómetros, en San Salvador d’Alesga, se alza el Parque de la Prehistoria de Teverga, un espacio singular en Europa donde se pueden contemplar fieles reproducciones del arte rupestre del Arco Atlántico y conocer cómo vivían nuestros antepasados. Su recorrido, entre réplicas de cuevas y piezas originales, es una experiencia didáctica y fascinante tanto para familias como para amantes de la historia.
La arquitectura tradicional de montaña, con hórreos, paneras, molinos y corros, mantiene viva la memoria de las antiguas brañas y del modo de vida vinculado a la ganadería. Pasear por sus pueblos es descubrir tejados de teito, muros de piedra y rincones donde la vida transcurre sin prisa, fiel a las raíces.
Teverga ha sabido conservar su historia sin renunciar a avanzar, apostando por un modelo de turismo sostenible que pone en valor su entorno natural y su cultura local.
En la mesa también se reconoce el carácter de esta tierra. El pote tevergano, elaborado con berza, patata, morcilla, panceta y chorizo —sin legumbres—, es un emblema local que reconforta cuerpo y alma. A su lado, la carne de caza o la ternera asturiana evocan los montes y pastos que las alimentan. Los postres caseros, como el arroz con leche, los borrachinos o las casadiellas, completan una gastronomía honesta, de sabores de siempre, que invita a sentarse a la mesa y disfrutar sin prisa.
Teverga no es un lugar que se vea de paso. Es un destino que se siente. Su naturaleza, su historia y sus gentes hacen que cada visita se convierta en una experiencia que permanece. Aquí el visitante encuentra un refugio tranquilo donde reconectar con lo esencial, caminar sin reloj y descubrir que la belleza auténtica sigue viva en las montañas de Asturias.
Teverga, tanto que ver
Naturaleza, historia y aventura en estado puro.