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La nueva fiebre por la Costa Blanca; así compran vivienda los extranjeros en Moraira y Altea en 2025

7 de noviembre de 2025

En plena escalada del precio de la vivienda en España, la Costa Blanca se ha consolidado como uno de los destinos favoritos para el comprador extranjero. No solo como lugar de vacaciones, sino como segunda residencia estable, lugar de teletrabajo e incluso nuevo hogar permanente. Moraira y Altea, dos localidades de la Marina Alta y la Marina Baixa, se han convertido en termómetro perfecto de este fenómeno.

Según los últimos datos del Consejo General del Notariado, los extranjeros compraron más de 71.000 viviendas en España en el primer semestre de 2025, un 2 % más que en el mismo periodo del año anterior. Casi una de cada cinco compraventas de vivienda libre la firma ya un comprador no español. La Comunidad Valenciana lidera ese ranking: es la región donde más viviendas adquieren los extranjeros, superando las 20.000 operaciones anuales.

Dentro de la Comunidad, la provincia de Alicante es el epicentro: solo en 2024 concentró en torno al 40% todas las compras de segunda residencia realizadas por extranjeros en España. Es aquí donde nombres como Moraira y Altea han pasado de ser destinos “conocidos por insiders” a auténticos polos internacionales de atracción.

Quién compra hoy en la Costa Blanca norte

El perfil del comprador extranjero en la Costa Blanca en 2025 tiene rasgos bastante definidos: en torno a los 50 años, casado o en pareja, alto nivel de ahorro y un presupuesto medio que ronda los 400.000 euros para vivienda, muchas veces sin necesidad de recurrir a hipoteca. Aun así, en las zonas más exclusivas —frentes de mar, urbanizaciones consolidadas o villas de nueva construcción— el ticket medio supera con facilidad los 700.000 euros y puede alcanzar los 2–3 millones en el segmento de lujo.

En Moraira y Altea predominan nacionalidades como Países Bajos, Alemania, Bélgica, Suiza, Francia, y, cada vez más países del Este de Europa. En algunos enclaves concretos —urbanizaciones de alto nivel, frentes marítimos cuidados, zonas con buen acceso internacional— la proporción de compradores extranjeros puede llegar al 70–80% total de operaciones, según estimaciones de distintas agencias de la zona.

De turista a residente (a tiempo parcial)

El patrón clásico de “segunda residencia para venir en verano” está mutando. Cada vez más compradores extranjeros se instalan en la Costa Blanca durante largos periodos, gracias al teletrabajo y a la mejora de las comunicaciones aéreas.

En Moraira y Altea se repite una escena habitual: parejas en la cincuentena que alternan varios meses en su país de origen y otros tantos en la Costa Blanca; familias que se instalan definitivamente y escolarizan aquí a sus hijos; y profesionales que trabajan en remoto para empresas de toda Europa mientras viven frente al Mediterráneo.

Este cambio tiene consecuencias directas:

Más exigencia en servicios: no buscan solo una casa de vacaciones, sino un entorno con sanidad, colegios, fibra óptica, comercios abiertos todo el año y comunidad internacional estable.

Mayor importancia de la ubicación micro: ya no basta con “estar cerca de la playa”; se mira la orientación, la pendiente de la parcela, el ruido, el acceso a pie al pueblo y la proximidad a servicios básicos.

Más preocupación por la eficiencia energética: aislamiento, orientación, placas solares y sistemas de climatización eficientes empiezan a pesar más en la decisión, no solo el diseño o la piscina.

Qué buscan exactamente en Moraira y en Altea

Aunque ambas localidades comparten mar, clima y tranquilidad, no juegan exactamente el mismo papel.

Moraira se ha consolidado como un mercado muy maduro para villas individuales, muchas de ellas con vistas al mar, parcela privada y un entorno predominantemente residencial. El comprador típico aquí busca tranquilidad, privacidad y un ambiente internacional consolidado, con una oferta muy potente de restauración y servicios para residentes de alto poder adquisitivo.

Altea, por su parte, combina tres realidades: el casco antiguo mediterráneo, muy fotogénico y cultural; la zona de costa más accesible, con pisos y apartamentos; y urbanizaciones en altura como Altea Hills o Sierra de Altea, donde predominan villas y apartamentos de gama medio-alta con vistas panorámicas.

En ambos casos, se consolida una tendencia: escasez de producto de calidad en reventa en las ubicaciones más demandadas, lo que empuja a muchos compradores hacia la obra nueva o a proyectos de reforma integral.

El impacto de los precios y la escasez de oferta

A escala nacional, el precio de la vivienda ha marcado nuevos máximos históricos en 2025, con un incremento interanual superior al 8 % y un precio medio en torno a los 2.200 euros/m². La Costa Blanca se mantiene por debajo de zonas como Baleares o algunas áreas de la Costa del Sol, pero la presión compradora extranjera y local está tensionando los precios en enclaves concretos.

En la práctica, esto se traduce en:

Subidas sostenidas en las mejores zonas de Moraira y Altea, donde la oferta es muy limitada.

Mayor protagonismo de la obra nueva, tanto en promociones de apartamentos como en villas a medida.

Compradores con más capital propio: buena parte de las operaciones se cierran sin hipoteca o con un nivel de financiación moderado, lo que reduce la sensibilidad a las subidas de tipos de interés.

Para muchos residentes locales, esta combinación de factores dificulta el acceso a vivienda en las zonas más cotizadas. Para el tejido económico, sin embargo, el comprador extranjero sigue siendo un motor clave: empleo en construcción, reformas, servicios, hostelería, comercio y turismo residencial.

Más información, pero también más riesgos

Cuanta más información hay en portales, redes sociales y vídeos inmobiliarios, más preparado parece llegar el comprador extranjero. Sin embargo, la experiencia sobre el terreno demuestra que la complejidad jurídica y urbanística sigue siendo el gran punto débil.

Desde Moraira Invest Group, agencia con más de treinta años de presencia en el municipio, explican que el comprador tipo llega “con mucha información, pero desordenada”. La parte emocional —la vista, la piscina, el estilo de vida— pesa tanto o más que la parte técnica, y ahí es donde surgen los problemas: situación urbanística de la vivienda, licencias, legalización de ampliaciones, cargas registrales, impuestos mal calculados o expectativas irreales sobre el potencial de alquiler.

En su Guía completa para comprar vivienda en Moraira, la agencia desgrana paso a paso el proceso de compra y subraya tres ideas clave:

No firmar nada sin revisar documentación: ni reservas ni arras sin una revisión previa de nota simple, catastro, situación urbanística y certificados básicos.

Calcular bien impuestos y costes adicionales: ITP o IVA, notaría, registro, gestoría, posibles plusvalías y coste real de una reforma si es necesaria.

Pensar en la reventa desde el primer día: elegir zona, orientación y tipo de vivienda que mantenga valor a futuro, no solo que enamore en la primera visita.

Moraira y Altea como termómetro del futuro

El comportamiento del comprador extranjero en Moraira y Altea anticipa, en cierto modo, hacia dónde se dirige una parte importante del mercado inmobiliario español:

Más internacionalización: compradores de perfiles diversos, procedentes de más países, con capacidad económica y visión de largo plazo.

Más mezcla entre segunda residencia y nueva vida: teletrabajo, largas estancias y cambios vitales motivados por la calidad de vida.

Más exigencia y menos improvisación… al menos por parte de quienes se asesoran correctamente.

La Costa Blanca ha dejado de ser solo el lugar “donde se compran apartamentos de vacaciones” para convertirse en un laboratorio de cómo se reorganizan las vidas —y las inversiones— de miles de europeos que buscan sol, mar y estabilidad en un entorno que combina clima, servicios y conexión con el resto del continente.

Moraira y Altea, desde su escala de municipio, cuentan hoy una historia que va mucho más allá de sus términos municipales: la de un país que se ha convertido en uno de los principales destinos del ahorro y de los proyectos de vida de los extranjeros que miran al Mediterráneo como algo más que un destino turístico.

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