24 de noviembre de 2025
Salir del paso con comida ya preparada se ha convertido en una rutina para muchas familias. Las jornadas laborales extensas, los desplazamientos y las tareas domésticas dejan poco margen para encender los fogones, pero el apetito por los sabores de siempre sigue ahí. En ese contexto, la comida a domicilio gana terreno, aunque no siempre con propuestas saludables o reconocibles. Frente a esa realidad, Pikar, situado en la calle Princesa 5 de Zaragoza, ha construido una alternativa muy clara: platos caseros, de corte tradicional español, listos para llevar o recibir en casa sin renunciar a la calidad ni al gusto por lo auténtico.
En Pikar se parte de una idea sencilla pero exigente: ofrecer comida a domicilio con el mismo nivel de mimo que en una cocina familiar. Los guisos se elaboran a diario con ingredientes de proximidad, desde las verduras procedentes de la huerta de Movera hasta las legumbres siempre puestas a remojo. La carne llega directamente de la ganadería vinculada al propio negocio y al puesto que la empresa mantiene en el Mercado Central, lo que garantiza un producto fresco y 100 % halal, apto para un público cada vez más diverso.
El recetario diario incluye alrededor de medio centenar de propuestas entre carnes, pescados, legumbres, verduras, tortillas, arroces y postres caseros. Muchos platos se mantienen fijos porque la clientela los busca una y otra vez, aunque el equipo introduce novedades según la temporada; en invierno se refuerzan sopas y potajes y, en verano, ensaladas frías, gazpachos y cremas suaves.
El servicio de comida a domicilio en Zaragoza se ha convertido en una de las grandes palancas de crecimiento de Pikar. A través de su página web y de diferentes plataformas de reparto, los pedidos se concentran especialmente a partir del mediodía, cuando quienes llegan a casa abren la nevera y buscan una solución rápida pero saludable. “La gente quiere encontrar unas acelgas, unas judías verdes o una borraja como las de siempre, sin complicarse”, explican desde el local.
La clientela habitual incluye a muchas personas mayores que viven solas, pero también a familias que han hecho números y han comprobado que, con un menú casero ajustado, la diferencia con hacer la compra y cocinar no es tan grande. Pikar mantiene un menú diario de once euros con primero, segundo y postre, pensado para cuadrar bolsillo y calidad.
Los fines de semana concentran los picos de demanda, con vecinos que se desplazan incluso desde barrios como Miralbueno o Casetas para organizar la comida de varios días. De cara al futuro, en Pikar se confía en que el recuerdo de los sabores de la infancia siga marcando la diferencia. Mientras se valoren las recetas de madres y abuelas, la apuesta por una comida a domicilio casera y tradicional seguirá teniendo un lugar propio en Zaragoza.