22 de diciembre de 2025
El gas radón continúa siendo un riesgo silencioso en numerosos hogares y espacios de trabajo en España. Este gas radioactivo, de origen natural y presente en determinadas zonas geológicas, representa la segunda causa de cáncer de pulmón según organismos internacionales como la OMS. Sin embargo, a pesar de su inclusión en la normativa estatal y de su impacto documentado sobre la salud pública, la práctica efectiva de medir radón sigue estando muy por debajo de los niveles deseables.
Empresas especializadas como Radonova advierten de que la falta de conciencia y la dificultad para interpretar las obligaciones legales siguen actuando como freno para avanzar en una detección sistemática del problema.
Desde la entrada en vigor del Real Decreto 1029/2022, que desarrolla la Directiva Europea 2013/59/Euratom, se estableció la obligación de evaluar el riesgo por radón en determinadas zonas del territorio español, especialmente en edificios de nueva construcción, centros de trabajo y espacios abiertos al público. Esta obligación, que incluye la necesidad de medir radón en condiciones representativas, debe ir acompañada de campañas de sensibilización generalizadas y de una estrategia coordinada para facilitar su cumplimiento.
Una de las principales dificultades para aplicar correctamente la normativa radica en la falta de información técnica y sanitaria sobre el impacto real del gas radón en la salud. A diferencia de otras sustancias tóxicas o contaminantes, el radón es inodoro, incoloro e imperceptible sin el uso de instrumentos específicos. Esta invisibilidad ha provocado que buena parte de la población y de las empresas no consideren prioritario abordar su medición.
Radonova, empresa dedicada al análisis profesional del gas radón, ha detectado un patrón recurrente en los motivos por los que no se lleva a cabo la medición. Entre ellos se encuentran el desconocimiento de la normativa vigente, la falsa percepción de seguridad en determinadas zonas geográficas, la dificultad para acceder a información fiable o la falta de una autoridad supervisora con capacidad sancionadora. Además, el hecho de que los efectos nocivos del radón no sean inmediatos, sino acumulativos y a largo plazo, contribuye a postergar su abordaje.
El primer paso para proteger la salud frente al gas radón pasa, de forma irrenunciable, por medir radón en condiciones adecuadas. Esto implica realizar mediciones prolongadas, en entornos cerrados y en periodos representativos, generalmente durante meses fríos, donde el índice de concentración suele ser más alto. Solo con un diagnóstico claro pueden tomarse decisiones informadas, ya sea para incorporar barreras técnicas, mejorar la ventilación o aplicar soluciones arquitectónicas correctivas.
Frente a este escenario, Radonova insiste en que avanzar en la medición no solo es una exigencia legal, sino una medida de protección directa para la salud de quienes habitan o trabajan en espacios cerrados. Aumentar el número de mediciones en las zonas de prioridad establecidas, así como extender la práctica a todo el territorio nacional, permitiría avanzar hacia una política de prevención realista, fundamentada en datos y orientada al bienestar colectivo.