15 de enero de 2025
Dana, incendios en Los Ángeles y deshielos en Groenlandia: los desastres medioambientales alertan sobre la conexión vital entre océanos, bienestar humano y cambio climático.
En un contexto de crecientes desastres medioambientales como las inundaciones provocadas por la DANA en el Mediterráneo, los devastadores incendios en Los Ángeles y el acelerado deshielo de Groenlandia, resulta imprescindible reflexionar sobre el papel central que los océanos juegan en el equilibrio del clima y la salud de las sociedades humanas.
El cambio climático y la pérdida de biodiversidad, como explica Joan Moranta, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en la revista RSMI. Son "dos caras de la misma moneda". Ambos fenómenos se retroalimentan y multiplican los impactos de las actividades humanas sobre los ecosistemas marinos, lo que, a su vez, afecta nuestra capacidad para mitigar el cambio climático.
“Si los océanos no están sanos, nosotros tampoco lo estaremos”, afirma Moranta, subrayando la necesidad de adoptar un enfoque holístico como el de Una sola salud para abordar estos retos. Este enfoque conecta la salud humana, animal y ambiental, e insiste en que acciones como la sobrepesca, la contaminación y el turismo descontrolado tienen efectos en cadena que debilitan tanto los ecosistemas marinos como nuestras propias sociedades.
Los océanos regulan el clima y son esenciales para absorber dióxido de carbono, pero su capacidad de hacerlo está disminuyendo debido al aumento de las temperaturas, la contaminación y la acidificación. “El calentamiento del agua marina y los fenómenos extremos, como los huracanes y las tormentas, han aumentado en frecuencia e intensidad, lo que refleja la presión que ejercemos sobre el sistema climático global”, señala Moranta.
Por ejemplo, el deshielo en Groenlandia no solo eleva el nivel del mar, sino que también altera las corrientes oceánicas esenciales para estabilizar los climas regionales. Por otro lado, los incendios forestales, como los de Los Ángeles, liberan enormes cantidades de carbono, que terminan en parte absorbidas por los océanos, agravando la acidificación del agua y perjudicando ecosistemas vulnerables como los arrecifes de coral y las praderas marinas.
Los océanos ofrecen soluciones: desde la captura de carbono en ecosistemas marinos saludables hasta la provisión de recursos sostenibles. Sin embargo, esto requiere cambiar drásticamente nuestras prácticas. Moranta enfatiza: “El rediseño del sistema alimentario en torno a principios de regeneración, suficiencia y cuidado es clave para garantizar un futuro sostenible”.
Acciones como el fomento de pesquerías responsables, la protección de hábitats marinos y la reducción de emisiones en el transporte marítimo son esenciales. También es urgente una cooperación internacional que imponga límites claros a la explotación de recursos, promoviendo una relación más equilibrada con la naturaleza.
Los desastres que se enfrentan son un recordatorio de la interdependencia entre el océano y la supervivencia humana. Si no se actúa ahora, las consecuencias serán irreversibles. Sin embargo, mediante una gestión integrada y un compromiso global, aún es posible revertir el daño y garantizar que los océanos continúen siendo una fuente de vida para las generaciones futuras.