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La editorial madrileña Cuadernos del Laberinto publica Parando el Mundo, de Marta Ferrer

18 de septiembre de 2025

“Parando el mundo” es el debut literario de Marta Ferrer, periodista de Kiss FM que desde hace muchos años nos acompaña con su programa de radio y sus críticas cinematográficas. Pero es ahora, gracias a esta propensión literaria cuando han podido profundizar en su personalidad. La editorial madrileña Cuadernos del Laberinto acaba de publicar esta colección de relatos cortos en los que reflexiona sobre algo tan humano como las emociones. Marta Ferrer ahonda en temas como el amor, el desamor, los celos… También sobre el miedo, la frustración, los recuerdos o la nostalgia. Porque ¿quién no ha sentido alguna vez alguna de esas emociones?

El lector va a encontrar un rincón de calma, un espacio para dedicarse a uno mismo, en el que escucharse y en el que dejarse sentir, sin miedo.

“Parando el mundo” logra que la lectura sea un paréntesis de paz en la vorágine de la vida. Un libro recomendable 100 % para todos aquellos que buscan reflexionar y profundizar. Marta Ferrer nos encamina, desde su propia experiencia, a esos refugios universales que son los sentimientos; y lo hace desde una franqueza aguda y próxima con una composición autobiográfica embriagadora dotada de una sorprendente universalidad.

Podría afirmarse que el mensaje general del libro es una llamada a vivir auténticamente, a abrazar todas las emociones y encontrar significado en las complejidades de la vida. ¿Cómo se aprende esta lección? ¿Con “Parando el mundo” nos da armas para llegar a la autorreflexión, a esa fuerza interior que nos permite vivir plenamente en el presente?

Me encanta ese mensaje porque es la esencia de “Parando el mundo”, animar a todos a vivir abrazando lo que sienten en todo momento y sintiéndose orgullosos de ello porque parece que ahora sentir es mostrarse vulnerable y, todo lo contrario. Desde mi punto de vista sentir nos hace humanos y eso es lo más potente que vamos a tener nunca. Yo he aprendido esta lección después de muchos años, no te voy a engañar. Años silenciando lo que sentía porque “no era válido”, porque “no podía ser así”, creyendo que había emociones buenas y malas… emociones que se podían compartir y mostrar, como la alegría, y otras que era mejor mantener ocultas, para la intimidad, como la tristeza. Después de muchos años, de “ocultarme” para intentar encajar me di cuenta de que mi manera de sentir era mi punto fuerte y lo que me definía y empecé a sentirme orgullosa de ello. Me quité un gran peso de encima. Y me gustaría que, quienes se acerquen a “Parando el mundo”, hicieran también esa reflexión.

En capítulos como “¿Y si fuera amor?” y “Lo llaman celos”, el libro explora la complejidad de los sentimientos. ¿De qué manera se desafían las percepciones convencionales del amor y los celos, invitando a una comprensión más profunda de estas emociones?

El amor nos lo han vendido muy mal y de ahí han venido muchas frustraciones. Ese amor romántico que está en el imaginario colectivo, en tantas y tantas películas, ese de las mariposas, de la magia… Nos han engañado porque durante mucho tiempo es lo que hemos estado buscando, desechando todo lo que no se parecía a eso. Y nos hemos perdido oportunidades preciosas. Porque el amor es algo más terrenal y puede tener muchas formas, cambia con el paso del tiempo… Y también puede ser propio, por uno mismo. Este amor es algo que hemos considerado muy poco, pero que es el más valiente, el más complicado de conseguir y de los pocos que nos va a acompañar toda la vida. Con los celos pasa un poco lo mismo. Los celos son “algo malo” porque nos hacen sentir mal, son viscerales y en ocasiones nos controlan. Pero los celos al final también son ganas, como digo en el libro, ganas de estar con una persona… es otra forma de explorarse a uno mismo y las relaciones con los demás.

La memoria y el olvido son temas recurrentes en “Que solo alguien te quite el sueño”, “Una sonrisa contra el olvido” y “A tu memoria se le olvida recordar”. ¿Cómo aborda el libro la naturaleza selectiva de la memoria y la imposibilidad de olvidar ciertos sentimientos o experiencias?

La manera en la que se aborda es absolutamente personal y tan válida como cualquier otra. Al final todos y cada uno de los capítulos que conforman “Parando el mundo” surgen de una necesidad propia de transformar en palabras sentimientos para poder darles forma y así organizarlos. La memoria es muy selectiva y está bien que así sea… tiende a olvidar aquello que nos ha hecho daño o, al menos, dejarlo en el último cajón. Pero suele recordar lo bonito y tiende a rememorarlo y de ahí la nostalgia… Pero al final todo son experiencias de vida que nos aportan enseñanzas. Yo tiendo a pensar que lo mejor es abrazar todo lo que sentimos, dejarnos sentir, no rechazarlo… y luego ya veremos lo que hacemos con ello, cómo lo manejamos.

“Lo importante es vivir” y “Eres especial” son mensajes de empoderamiento. ¿Qué elementos imprescindibles destaca el libro para una vida plena y cómo se anima al lector a reconocer su propia singularidad y poder?

Todo se resume en una cosa: amor propio. Cuando aprendemos a querernos, a ser justos con nosotros mismos, cuando nos permitimos conocernos y aceptamos quiénes somos, cómo sentimos y cómo queremos comunicarnos con el mundo, todo cambia. Hay un clic muy potente. Y esto puede hacerse en cualquier momento. Es un trabajo de introspección muy importante, llegar hasta nuestra esencia para desde ahí iniciar una relación sana con nosotros mismos. Somos humanos, nos equivocamos infinitas veces al día pero, ¿por qué nos cuesta tanto perdonarnos? ¿Por qué nos exigimos tanto? Tengo una amiga que siempre me dice: “háblate como me hablarías a mí”. Y es verdad. Tendemos a ser más condescendientes y permisivos con los demás que con nosotros mismos. Y eso, si lo pensamos bien, es injusto. Pero claro, todo esto lleva su tiempo y está bien que así sea. Tenemos que tratar de regalarnos ese tiempo. Conocerse a uno mismo creo que es una de las cosas más bonitas que podemos hacer.

Es inevitable hablar sobre la crítica social en las páginas de “Parando el mundo”. ¿Qué reflexión propone el libro sobre la dicotomía entre la “imagen perfecta” que se proyecta y la “trastienda desordenada” de la realidad personal?

Este es un tema que me preocupa realmente… la cantidad de vidas escaparate que vemos a diario en redes sociales. Y aquí el problema no es tanto quien comparte este tipo de vidas irreales, que también tiene sus riesgos, sino, cómo lo perciben quienes las ven. Porque aquí hay un inevitable ejercicio de comparación. Comparo mi vida con las que veo en internet y claro, la mía sale perdiendo y termino distorsionando mi propia vida, frustrándome porque se aleja mucho de lo que se supone que debería ser. A mí me gusta la metáfora del escaparate y la trastienda. ¿Cómo son los escaparates? Son bonitos, bien cuidados, todo colocado a la perfección para llamar la atención de quienes pasan por delante. Por el contrario, en la trastienda, lo que no se ve, podemos tener las cajas tiradas, los objetos sin colocar, los que hemos retirado por tener defectos… No podemos comparar escaparates con trastiendas porque estas últimas siempre van a salir perdiendo. Esto es un poco lo que pasa con las redes sociales y con la vida. No puedo compararme con nadie porque estaría siendo injusta… yo conozco mi trastienda, pero de los demás solo veo el escaparate. Y la realidad es que todos, sin excepción, tenemos nuestras trastiendas.

¿Cuál es su relación con Formentera, isla a la que dedica un capítulo especial?

Formentera es mi tierra de adopción, la que me vio crecer y donde tengo mis raíces, a mi gente. Yo nací en Madrid, pero con seis años llegué allí y en la isla pasé toda mi infancia y adolescencia, las etapas más importes de la vida de uno. Durante mucho tiempo renegué de ella porque sentía que se me quedaba pequeña, pero ahora soy consciente de lo afortunada que fui criándome allí y lo mucho que me ha marcado. Ahora vivo en Madrid, no voy tanto como me gustaría, pero cada vez que la piso me siento en casa. El capítulo de “Parando el mundo” que le dedico surge de la necesidad de reconciliarme con ella y de darle las gracias por tanto.

Desde hace casi 20 años forma parte de las voces de la radio. Actualmente, es responsable de la información en el programa despertador de KISS FM. ¿Su trabajo de periodista es vocacional, qué destacaría de la labor de los medios de comunicación actualmente?

Es absolutamente vocacional, yo creo que uno no es periodista si no tiene vocación. Pero es que además en mi caso lo supe desde bien pequeña: quería ser periodista y sentía que estaba llamada a ello. Los medios de comunicación tienen una labor imprescindible, como la han tenido toda la vida, pero ahora más si cabe en un momento en el que es tan fácil crear un bulo y difundirlo. Los medios tienen la ardua tarea por delante de recuperar la credibilidad que parece que han perdido y volver a ser la primera fuente a la que acude el ciudadano para informarse. No puede ser que ahora la gente se informe a través de las redes sociales, de cosas que le llegan por whatsapp… Es muy fácil manipular desde ahí y con la IA todavía más. Antes se decía que si no había imagen no había noticia, pero es que ahora las imágenes se pueden crear sin mucha dificultad. Es verdad que en eso la radio creo que ha conseguido mantenerse como un medio confiable al que acudir siempre que pasa algo.

Además, usted realiza una labor tremenda de divulgación sobre el cine en su programa “A escena”. ¿Siempre le ha interesado el cine?

Siempre. Recuerdo de ir cada semana con mi madre al videoclub a elegir una película para ver todos juntos y ya cuando fui más mayor ir al cine todos los viernes… era un ritual con los amigos. Además, en Formentera, en invierno, era de los pocos planes que podíamos hacer. El cine, además de entretenernos, tiene la capacidad de mostrarnos realidades que desconocemos, nos cuestiona, nos remueve… Nos hace reír, también llorar, nos conmueve. Es maravilloso.

Recomiendenos una película clásica y otra contemporánea.

Un clásico infalible: El diario de Noa, podría verla mil veces y nunca me cansaría. Y una actual, que vi hace poco y que me llegó al corazón, Tras el verano, de Yolanda Centeno porque me abrió los ojos a algo que ni me había planteado: ¿Qué pasa con la madrastra cuando esta se separa del padre del hijo que ha criado, pero que no lleva su ADN?, ¿qué pasa con esa relación que es fuerte y verdadera, pero que no tiene ningún respaldo legal?, ¿qué hacemos con los sentimientos tanto de esa mujer como de ese niño? Muy interesante.

 ¿Qué consejo vital le gustaría dar a sus hijos, y por ende a todos los jóvenes?

No soy yo muy de dar consejos, pero quizá algo como muy evidente, pero que debería estar en el centro de todo: que se quieran, que sean conscientes de lo especiales que son, que se dediquen tiempo y se lo dediquen a lo que de verdad les haga felices. Que no hagan las cosas porque sea lo que se espera de ellos sino porque sea lo que les mueve, lo que les hace vibrar. Que traten de estar a gusto con todo lo que hagan. Y que pasen tiempo con los amigos, con la familia… que esta vida es mucho más bonita si se comparte y que las penas son menos compartidas y las alegrías se multiplican cuando se celebran en comunidad.

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