17 de noviembre de 2025
A principios del pasado mes de octubre, Sonsoles Sánchez-Reyes (Ávila, 1968) se alzaba con el VI Premio Internacional Cuadernos del Laberinto de Historia, Biografía y Memorias por su obra Lo que perdieron los héroes, presentada bajo plica entre un total de 32 manuscritos procedentes de 10 países.
Sonsoles Sánchez-Reyes, profesora titular del departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Salamanca, tiene una larga trayectoria académica y actualmente ocupa el puesto de directora general de Atención al Ciudadano en el gobierno de la Junta de Castilla y León.
Este libro, Lo que perdieron los héroes, presenta encrucijadas vitales de personajes históricos que fueron obligados a desarrollar una enorme capacidad de superación: Víctor Hugo doliéndose de la trágica muerte de su hija, sumido en la dificultad de encontrar de nuevo su voz creativa; Monet acosado por la ceguera, pintando frenéticamente unos colores que ya no podía percibir; El Empecinado, tras haber sometido al invasor extranjero, aferrándose a sus principios, hasta el punto de ser ejecutado por el propio monarca al que había defendido con arrojo; San Lucas, el evangelista que, sin haber conocido a Cristo, viajó hasta tierras lejanas a entrevistarse con la Virgen y recibió de ella el relato único de su infancia; o los anónimos supervivientes de una población que, aún desgarrados por la mayor catástrofe civil que asoló Santander, reconstruyeron la ciudad de los escombros.
Lo más atractivo de los héroes no es lo que ganan, porque no cuesta esfuerzo recibir las cosas cuando vienen bien dadas; lo más encomiable es lo que han perdido antes de conseguir su logro.
Nadie es dueño de lo que le ocurre, pero sí de cómo lo afronta. La valentía no es contraria al miedo, la angustia o la ansiedad. El héroe también es antihéroe, son dos caras inseparables de la misma moneda, y depende en gran medida de cada uno hacer prevalecer una sobre la otra. El héroe, pues, más que nacer, se hace.
Un libro magníficamente editado, repleto de fotografía a color y 33 historias reales sorprendentes, narradas con la elegancia y sapiencia propia de esta autora abulense que ya nos deleitó con su anterior libro El alma en los viajes.
¿Qué ha significado para usted recibir este premio?
Un sueño hecho realidad. Llevo años siguiendo la trayectoria del galardón, y ha recaído en escritores con obras hondas e interesantes. Me hacía mucha ilusión unir mi nombre a ese elenco. Además, la editora, Alicia Arés de Cuadernos del Laberinto, es una enamorada de la palabra y mima mucho la publicación de cada libro, lo que en mi opinión, es en sí otro premio.
¿Qué cree que vio el jurado en su obra para seleccionarla entre las propuestas recibidas?
Me gusta imaginar que les haya atrapado su mensaje, que es un reflejo fiel de lo que cada día nos presenta el espejo de la vida. Es un libro que plasma situaciones vitales muy comprometidas de personajes históricos conocidos, aunque su peripecia concreta no lo sea tanto, pero desde un enfoque positivo y confiado en la capacidad humana de superación. Además, incluye historias y un epílogo que son un canto a los héroes anónimos, a esas personas que nos cruzamos por la calle ignorando la dura prueba que arrastran.
¿Por qué el título de Lo que perdieron los héroes?
Desde niña he pensado que lo más relevante de un héroe no es lo que gana, porque todos llegamos sin esfuerzo a recibir y acoger las cosas gratas que nos trae la fortuna; al contrario, lo más significativo es lo que ha perdido previamente, su sacrificio y sus renuncias, y a pesar de ello ha logrado sobreponerse a ese lastre que le ha correspondido acarrear hasta pasar a los anales como un triunfador. El héroe y el antihéroe son dos caras de una misma moneda que se complementan necesariamente.
¿Qué rasgos comparten la treintena de historias elegidas por usted para conformar el libro?
Pintores, escritores, militares, monarcas o santos cuyos nombres nos son muy familiares, aparecen en su vertiente más vulnerable y humana, enfrentados a encrucijadas de las que ninguno estamos exentos, como la pérdida de un ser querido, la discapacidad o la incomprensión social. En ese sentido, son todas historias que me han llegado al corazón, porque me he acercado a ellas desde su semejanza con las experiencias reales de personas a las que conozco. La veracidad de los sentimientos en lo ocurrido en el pasado hace que lo narrado trascienda épocas y se lea como si fuera moderno.
¿Entonces, hay algo de autobiográfico en la obra?
Yo misma he atravesado una dolorosa situación personal hace unos años con la prematura pérdida de mi marido por una cruel enfermedad. El duelo hace replantearse muchas cosas, y el reflexionar sobre la infinita capacidad del ser humano para salir adelante en las circunstancias más adversas me ha sido de mucha ayuda, al guiarme como una lamparita por la parte más oscura de mi travesía.
Va a realizar una intensa gira en las próximas semanas que la llevará a numerosos lugares de nuestra geografía. ¿Le gusta la cercanía al lector?
Escribir es una actividad solitaria en la que uno imagina al destinatario de las páginas. Tiene algo de mágico verlo materializarse después en personas concretas, que dan pleno sentido al libro con su lectura e interpretación. Me hace muy feliz conocerlas y siempre me revelan aspectos de la obra que me hacen verla desde ángulos diferentes, es muy enriquecedor.
¿Con qué colaboraciones ha contado en el libro?
El prólogo es un maravilloso texto de Jesús Carrasco, un gran escritor al que admiro profundamente desde su primera novela, la emblemática Intemperie, y al que además tengo la suerte de considerar un amigo. Y el casi centenar de fotografías que acompañan a los capítulos llevan la firma de Gabriela Torregrosa, una excepcional artista a la hora de capturar imágenes bellísimas y enormemente inspiradoras.