Comunicados

Así han viajado los españoles interesados en arte en 2025; balance de un cambio que ya es estructural

30 de diciembre de 2025

 El turismo cultural deja de ser una tendencia emergente y se consolida como una forma definida de viajar, marcada por la profundidad, el conocimiento y una nueva relación con el tiempo y los destinos, según el análisis anual de Mundo Amigo.

Madrid, diciembre de 2025. El 2025 ha sido un año de crecimiento sólido para el turismo en España. Con más de 85 millones de visitantes internacionales y un gasto turístico que superó los 118.000 millones de euros hasta octubre, el sector ha confirmado su fortaleza. Pero detrás de estas cifras hay una transformación menos visible y, a la vez, más relevante: la manera de viajar de quienes se mueven por la cultura ha cambiado.

El balance anual de Mundo Amigo, agencia especializada en viajes culturales de alta gama, apunta a que el viajero interesado en arte, música y patrimonio ya no responde a un comportamiento puntual ni aspiracional. En 2025, ese viajero actúa con criterio, repite patrones y toma decisiones conscientes. El viaje cultural se ha convertido, para muchos, en un hábito.

El fin del viaje acumulativo

Uno de los rasgos más claros del año ha sido la ruptura con el modelo de viaje acelerado. El viajero cultural de 2025 ya no busca encadenar destinos ni acumular referencias. Prefiere quedarse más tiempo en un mismo lugar y explorarlo con calma, entendiendo su contexto histórico, artístico y social.

Esta forma de viajar implica un cambio profundo: menos kilómetros, más contenido. La experiencia se construye a partir del tiempo, de la repetición de espacios, de la posibilidad de volver a una obra o a un barrio con otra mirada. No es un viaje de estímulos constantes, sino de continuidad narrativa. Y eso modifica por completo la manera de diseñar y vivir un itinerario cultural.

Cuando el conocimiento estructura la experiencia

Otra de las grandes conclusiones de 2025 es el papel central que ha adquirido el conocimiento experto. El viajero cultural ya no se conforma con información generalista ni con recorridos estándar. Quiere interpretación, contexto y lectura crítica.

Historiadores del arte, conservadores, arquitectos, musicólogos o especialistas locales se han convertido en figuras clave. No como complemento, sino como eje. El experto no acompaña el viaje: lo ordena, le da sentido y profundidad.

En este marco, la asistencia a exposiciones temporales, ciclos musicales o celebraciones culturales sigue siendo importante, pero ha cambiado su función. Ya no actúa como único motivo del desplazamiento, sino como parte de un relato más amplio, integrado en el destino y su historia.

Este enfoque ha favorecido también el interés por destinos menos obvios, especialmente ciudades de escala media con un patrimonio sólido y una vida cultural activa. Lugares como Parma, Mantua o Ferrara en Italia, León en España o Trieste en el Adriático permiten una relación más directa con el entorno y un ritmo más acorde con este nuevo modo de viajar. No se trata de evitar los grandes iconos, sino de equilibrarlos.

Un perfil más definido, una forma de viajar más consciente

El análisis de Mundo Amigo identifica un viajero cultural con rasgos cada vez más claros: interés por viajes con un hilo conductor reconocible, preferencia por grupos reducidos, valoración de la gastronomía como expresión cultural y una búsqueda constante de coherencia entre contenido, ritmo y acompañamiento experto.

Las previsiones para 2026 apuntan a que el turismo seguirá siendo una prioridad de gasto para los españoles. En ese contexto, el viaje cultural parte de una posición sólida. Ha dejado de ser una excepción para convertirse en una forma reconocible y madura de viajar.

“Lo que hemos visto en 2025 no es una moda, sino una evolución natural del viajero cultural”, explica Mikel González, director de producto en Mundo Amigo. “Viaja con más criterio, con mayor conciencia del tiempo y con una expectativa clara de profundidad”.

Más sobre Comunicados