
17 de julio de 2024
Al sureste de la provincia de Salamanca, cerca de la frontera con Ávila y Cáceres, Candelario se erige como uno de los destinos turísticos más interesantes del panorama turístico rural actual.
Considerado uno de los pueblos más bonitos de toda España, su estratégica ubicación en plena sierra homónima les proporciona a los visitantes el contexto ideal para que aprecien la naturaleza y aprendan de la cultura local. Son numerosos, y muy variados, los atractivos con los que se recibe al viajero.
Pero si por algo se popularizó su nombre el pasado mes de diciembre fue cuando la prensa irrumpía mostrando la anormalidad del pacto alcanzado entre Partido Popular e Izquierda Unida para desalojar a los socialistas del Ayuntamiento tras nueve años.
Los nervios de ese acuerdo rápidamente se tornaron en la normalidad que hoy se respira por sus calles, y cuando son preguntados los vecinos refieren que “en un pueblo no nos dejamos engañar por siglas” o “lo importante son las personas”, me refieren a pie de ermita, a la entrada del bellísimo municipio.
Candelario ha aumentado en políticas sociales en los seis meses de este acuerdo que se fraguó ante la negativa de los anteriores gobernantes a alcanzar acuerdos con la oposición a pesar de su minoría en el pleno (3 PSOE, 2 PP y 2 IU), pero también se aprecia un aumento considerable de actividades infantiles, deportivas y culturales que en invierno recuperaron fiestas perdidas como “San Antón”, y en verano han adelantado a los meses de menor afluencia turística los programas culturales logrando un junio y julio muy vivo en una villa que tradicionalmente ganaba peso a partir del 15 de julio, con la llegada de sus fiestas patronales.
Calles aseadas, pueblo lustroso, abundantes quehaceres y mucha información pública es lo que hoy se vive en un pueblo del que se predecía la ingobernabilidad, y donde además sus dirigentes actuales hablan públicamente de proyectos futuros como la necesaria residencia de mayores, baños y un colegio públicos 100% gratuito. Dos partidos que se entienden, no sé si políticamente, pero si municipalmente.
Efectivamente criticas tienen y aspectos que mejorar también. Pero un humilde escribiente “veraneante” del pueblo desde hace muchos años, como allí se nos llama, se he sorprendido gratamente de mi veraniego regreso. Parecía que caminaba a lo desconocido, y así fue, pero para bien. Hacía muchos años que no encontraba un pueblo tan vivo y amable.
Cuan bonito es respirar política de pueblo, donde lo importante son las acciones, y olvidar la caspa que tanto nos proyectan los medios de comunicación y sus miedos constantes.
Este verano, o invierno, no olvidéis visitar mi pueblo: Candelario. Un orgullo incluso por superar la política nacional en tiempos de inquisición.