
2 de julio de 2025
Jerez de la Frontera no es solo flamenco y vino, aunque sería injusto negar que esas dos palabras definen buena parte de su alma. Sin embargo, quien se adentra en sus calles durante los meses de verano, descubre un ritmo pausado, patios llenos de sombra y frescor, y una ciudad que invita a explorarla con calma, lejos de las prisas y del calor sofocante de otros destinos.
Virginia, responsable de La Gitanilla, un pequeño alojamiento con encanto en pleno casco histórico, lo ve a diario: “Muchos de los que llegan en verano no saben muy bien qué esperar. Piensan que Jerez es solo para la feria o el flamenco, pero acaban encontrando un lugar donde desconectar de verdad”, explica.
Desde su experiencia, aquí van cuatro propuestas para conocer Jerez en su versión más tranquila y auténtica.
Callejear por el barrio de Santiago
Si hay un lugar donde Jerez respira flamenco y tradición es en el barrio de Santiago. Cuna de artistas y leyendas, sus calles conservan la esencia de otro tiempo: fachadas encaladas, pequeños bares, plazas recoletas. “Es un barrio que sorprende por su autenticidad. Puedes caminar sin rumbo y siempre acabas encontrando algo: una peña flamenca, un bar con encanto, una conversación en la puerta de una casa”, comenta Sonia.
Refrescarse en un patio andaluz
Los patios son el corazón oculto de Jerez. Rincones donde el calor se suaviza entre plantas, macetas y fuentes. En La Gitanilla, este espacio se convierte en un pequeño refugio para quienes buscan leer, tomar algo o simplemente descansar tras un paseo. “Es uno de los detalles que más valoran nuestros huéspedes en verano”, señala Virginia.
Bodegas con historia (y sin prisas)
Más allá de los grandes nombres del vino de Jerez, la ciudad esconde bodegas familiares o menos conocidas donde la visita se convierte en una experiencia cercana. Aquí el vino se sigue elaborando con respeto por la tradición y el tiempo parece ir más lento. La cata, al final, es solo la excusa para empaparse de cultura y buen hacer.
Los tabancos, el alma de Jerez
Si hay un plan imprescindible en la ciudad, es recorrer sus tabancos. Pequeños locales donde se sirve vino directamente de la bota, muchas veces acompañado de flamenco en directo o de alguna tapa sencilla. “Lo bonito es que no hace falta buscar demasiado. Entras en uno y, si te dejas llevar, la noche se escribe sola”, afirma Virginia.
Dónde alojarse
Situada en pleno casco antiguo, La Gitanilla es un alojamiento con encanto que recupera el sabor tradicional de Jerez. Su patio interior, la calidez de sus estancias y la cercanía en el trato lo convierten en un lugar ideal para descubrir la ciudad a otro ritmo. Perfecto para quienes buscan autenticidad, tranquilidad y rincones con alma.