
18 de julio de 2025
En los últimos años, la cosmética ha atravesado una transformación profunda: los consumidores ya no solo buscan resultados visibles, sino también comprender el impacto que los productos tienen a largo plazo sobre la salud y el medioambiente. En este nuevo paradigma, comienza a ganar relevancia un fenómeno todavía poco visible para el gran público, pero que preocupa cada vez más a investigadores, especialistas y marcas comprometidas: la bioacumulación.
La bioacumulación es el proceso mediante el cual ciertas sustancias químicas, una vez absorbidas por un organismo, no se eliminan fácilmente y se van acumulando con el tiempo. Estas sustancias pueden encontrarse en productos de uso cotidiano, incluidos algunos cosméticos, y no solo afectan al cuerpo humano, sino también al entorno natural.
Según la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), algunos ingredientes empleados en cosmética —como determinados filtros solares, siliconas, conservantes o fragancias sintéticas— pueden presentar características persistentes, bioacumulativas y tóxicas (PBT). Una vez liberadas durante el uso diario, estas sustancias llegan al agua y al suelo, permanecen en el medioambiente y pueden incluso incorporarse a la cadena alimentaria.
Estudios publicados por entidades como el Environmental Working Group (EWG) y la Universidad de California advierten que este tipo de compuestos han sido detectados en fluidos corporales como la sangre o la leche materna, lo que plantea preguntas sobre sus efectos a largo plazo, especialmente en etapas sensibles del desarrollo.
Ante este contexto, cada vez más marcas comienzan a asumir un papel activo en la reformulación de sus productos. Es el caso de Ohmykoko, marca de cosmética natural, vegana y activista, nacida en Madrid y comprometida con una visión que antepone la salud de la piel y del planeta a las tendencias del mercado.
OhMyKoko apuesta por fórmulas desarrolladas con ingredientes de origen vegetal, libres de químicos tóxicos, siliconas, perfumes sintéticos o cualquier sustancia con potencial bioacumulativo. Además, garantiza una trazabilidad transparente y promueve el uso consciente de la cosmética, evitando el sobreconsumo.
Desde la marca explican:
“Formular bien no es solo elegir lo que se incluye, sino también tener el criterio y la ética para decidir qué se deja fuera. Nuestra filosofía se basa en evitar todo aquello que pueda alterar el equilibrio natural de la piel, la salud o dejar una huella indeseada en el medioambiente”.
En un entorno saturado de promesas, OhMyKoko propone una mirada más profunda: la cosmética no debe ser solo efectiva, sino también responsable. Su planteamiento va más allá del etiquetado “clean beauty” y se alinea con principios de producción sostenible, formulación consciente y divulgación verificada.
A través de su blog y comunidad, la marca genera contenido didáctico sobre ingredientes, estudios científicos y normativas europeas, con el fin de empoderar a quienes consumen cosmética desde la información, no desde el miedo.
La bioacumulación no es solo una cuestión técnica, sino un desafío colectivo que invita a repensar qué se considera aceptable en productos de uso diario. Las decisiones que se toman en los laboratorios, en los hogares y en los puntos de venta tienen un impacto acumulativo que va mucho más allá de lo visible.
En este escenario, marcas como OhMyKoko no solo ofrecen una alternativa, sino que representan una nueva forma de entender el cuidado personal: informado, transparente y profundamente conectado con el entorno.
Porque en cosmética —como en la vida— lo que no hay también importa.
Una revolución silenciosa que empieza en la piel… y puede transformar mucho más que una rutina.