
29 de julio de 2025
El verano es una época en la que muchas veces se suelta la rutina… y también los hábitos que tanto ha costado construir. Lo que comienza con frases como “es momento de disfrutar” suele derivar en culpa, descontrol y en esa sensación tan conocida de tener que empezar desde cero en septiembre. Pero no siempre tiene que ser así. Desde Obylagom —equipo de nutricionistas y psicólogas integrativas— comparten 9 trucos que sí funcionan para mantener hábitos saludables en verano.
En lugar de abandonar por completo la rutina con un “ya se verá a la vuelta”, resulta útil identificar pequeñas acciones que puedan mantenerse incluso durante las vacaciones. Algunas ideas pueden ser:
Dar un paseo largo por las tardes
Incluir un desayuno completo
Tomar un par de piezas de fruta cada día
Dormir entre 8 y 9 horas (o según lo que cada cuerpo necesite)
La clave está en elegir acciones sencillas que puedan sostenerse de forma realista durante este periodo.
Cuidarse no implica seguir una dieta estricta ni renunciar a ese helado que tanto apetece en verano. Desde Obylagom, los hábitos saludables se entienden como un balance entre aquello que contribuye al bienestar y lo que puede mantenerse a largo plazo.
“De nada sirve prohibir ciertos alimentos en verano si se desea mantener una buena relación con la comida y hábitos saludables en el futuro” — Olga, dietista especializada de Obylagom.
Por eso, se recomienda observar el autocuidado desde otra perspectiva: aquella que pueda mantenerse durante meses o incluso años.
El test gratuito de hábitos alimenticios permite identificar el estado actual de la alimentación y detectar posibles áreas de mejora desde un enfoque integrativo.
No es necesario organizar un menú semanal cada semana porque no es realista poder cumplirlo todo el verano.
Verano significa planes en la piscina, en la playa, planes con familia y amigos, y tener un menú rígido no sólo lleva a la frustración, sino que tampoco sirve de mucho. En vez de eso, las nutricionistas recomiendan tener opciones frescas, fáciles y nutritivas en la nevera. Por ejemplo:
Variedad de frutas
Legumbres en bote (ideal para ensaladas en verano)
Pasta, arroz o patatas (sencillas para combinar con ensaladas o proteínas como pescados y carnes)
Bricks de gazpacho y salmorejo
Opciones para snacks como humus o guacamole, zanahorias, pepino o pimientos crudos para acompañar.
En verano se suele comer más veces fuera, improvisar quedadas, cenar más tarde… y no pasa nada, porque forma parte del disfrute del verano. Sin embargo, algo muy sencillo que puede implementarse es prestar atención al hambre real y niveles de saciedad.
Al comer con calma y masticar bien los alimentos, resulta más fácil identificar cuándo se ha alcanzado un nivel de saciedad cómodo (ni con hambre ni con exceso).
La guía gratuita de Obylagom "7 pasos para empezar a comer de forma intuitiva" está disponible para quienes deseen explorar este enfoque de alimentación más realista y respetuosa.
En lugar de centrarse en eliminar alimentos, se propone incorporar otros que complementen. Muchas veces, y más en verano, puede resultar difícil rechazar un helado, un postre o una bebida fresca.
Por eso, desde Obylagom se anima a los pacientes a practicar el “añadir” en lugar del “quitar”. Algunas ideas:
Añadir fruta y compartir el postre, en lugar de evitarlo
Incluir una ensalada como entrante antes de un plato de pasta o arroz
Beber agua antes de una bebida alcohólica
Todo esto favorece una conexión más consciente con las necesidades personales y promueve hábitos saludables sin recurrir a la restricción.
Evitar el consumo de contenidos que promuevan el “cuerpo de verano”, las dietas milagro o los retos extremos es también una forma de autocuidado. Elegir bien qué se observa en redes puede tener un impacto real en la forma de relacionarse con la comida y el cuerpo.
No solo físico, también mental. El descanso es un hábito saludable en sí mismo y con frecuencia, se subestima. Un verano en el que se duerme lo necesario o el foco está puesto en relajarse y reducir el estrés puede ser el mejor punto de partida para todo lo demás.
Una de las trampas más comunes en verano es caer en la mentalidad de “ya que se ha empezado, se continúa”. Tras un helado, una copa de vino o una cena fuera, puede activarse el piloto automático del descontrol: “ya da igual”, “en septiembre se empieza otra vez”, “esto ya no tiene arreglo”.
Pero no es el alimento en sí lo que aleja de los hábitos saludables, sino el pensamiento rígido que lo acompaña. En lugar de eliminar o prohibir, puede ser útil hacerse preguntas como:
¿Cuál es la intención detrás de esta elección?
¿Se está disfrutando realmente?
¿Qué efecto tiene a nivel físico y emocional?
Si esos alimentos se integran desde una decisión consciente, no existe la necesidad de compensar después ni de empezar el proceso desde cero.
La clave no está en eliminar ni en abusar, sino en la intención con la que se elige.
Si cada verano se repiten las mismas dificultades, puede que no falte fuerza de voluntad, sino un enfoque diferente. En Obylagom se acompaña a quienes desean mejorar la relación con la comida y crear una buena base para poder mantener mejores hábitos saludables en el futuro.
Conclusión
Cuidarse en verano no implica imponer restricciones o seguir normas imposibles. A veces, basta con no dejarse de lado del todo. Desde ese punto, el equilibrio empieza a construirse.