8 de febrero de 2019
El ahorro energético depende del trabajo conjunto de toda la sociedad. Por esto, los gobiernos han establecido medidas como el certificado energético, que fomentan un mejor aprovechamiento de la energía.
El paradigma del ahorro energético ya no es exclusivo de los países desarrollados, en cada rincón se imponen normas que apoyen el proceso ecológico mundial. Las fuentes energéticas alternativas han ido supliendo las tradicionales. Son muchos los paisajes en los que se observan jardines de generadores eólicos y paneles solares.
El norte de todas las inversiones de ingeniería y arquitectura es la eficiencia energética. Con este nombre se agrupan las estrategias que buscan reducir el consumo de energía, aprovechándola al máximo.
En la actualidad, el efecto invernadero se hizo evidente y la preocupación por el ahorro de energía comenzó a hacerse mayor. En Europa se desarrollan actualmente cientos de investigaciones sobre el uso de energías renovables. Las edificaciones residenciales, comerciales y de entretenimiento son planificadas tomando en cuenta los detalles que permitan un gasto energético menor.
A mediados del año 2013, la Unión Europea estableció la obligatoriedad de los certificados energéticos como parte del proceso de conservación ambiental. Según esta normativa, el diseño de edificios debe hacerse considerando los detalles que hagan posible el ahorro energético. El objetivo según el documento firmado es lograr edificios “bioclimáticos” que aprovechen la energía del entorno.
Una vez que la norma se estableció, no se pueden vender ni alquilar edificaciones que no cuenten con el certificado energético. De esto se aseguran los notarios al momento de leer el documento de arrendamiento o venta. Cada nación definió el organismo que se encargaría de dicha certificación.
En el caso de España, ingenieros y arquitectos especialistas hacen la revisión y asignan una letra entre la A y la G. Una vez que se entrega se procede al registro certificado energético para que conste a la hora de alquilar o vender. Se miden los niveles del CO2 que desprenden los sistemas de refrigeración, calefacción, agua caliente y la iluminación del edificio.
Al entregarse, cada certificado tiene una validez de diez años y debe estar acompañado de un informe de recomendaciones y sugerencias para mejorar el ahorro energético. Un detalle que llama la atención es que, según la legislación, se castiga al arrendatario o comprador en caso de faltar el dicho certificado. Por esta razón los europeos se cuidan de contar con el mismo.
Existen algunas excepciones en cuanto a la obligatoriedad de los certificados en aquellas viviendas con menos de 50 metros cuadrados de área. Otro de los casos en que no se exige el documento es en el caso de viviendas que no se usen más de cuatro meses al año.
El gobierno español asignó la responsabilidad de los certificados energéticos a cada una de las comunidades autónomas. Es el caso por ejemplo del Certificado Energético Sevilla que impone sus propias normas.
En cuanto a las consecuencias de no contar con el certificado las multas van desde los 300 hasta los 6000 euros. La cantidad a pagar dependerá de la gravedad de la infracción a la norma. Se consideran infracciones muy graves cuando se entregue información falsa a la autoridad certificadora.
Estas se refieren a la fijación de etiquetas falsas, la venta o alquiler sin el certificado y el incumplimiento de los métodos de cálculo para la certificación. Entre las infracciones leves se encuentran el no exhibir la etiqueta o incumplir la renovación o actualización del documento.
Cuando un particular descubre que el inmueble que quiere comprar o alquilar no posee el certificado energético, puede denunciar al propietario. De no hacerlo, se convertiría en corresponsable de los fallos en cuanto a este requisito legal.
En lo que se refiere al Precio Certificado Energético, las tarifas varían según el área del inmueble. De esta forma se encuentran algunos que no excedan de doscientos euros mientras que otros pueden llegar a más de tres mil euros.
En resumen, el cuidado del planeta es tarea de todos y por ende los gobiernos garantizan que todos participen activamente por medio de sus normativas, las cuales fomentan el ahorro energético. Cada política que se establezca debe estar en armonía con la eficiencia energética que necesita el planeta.