Digital Sevilla
23 de agosto de 2019
En España se encuentran algunas de las ciudades más hermosas del mundo. Entre ellas está Burgos, que aún en tiempos modernos conserva el original encanto del período medieval.
Ubicada en el norte de la península ibérica y capital de la comunidad autónoma de Castilla y León, Burgos es dueña de un encanto particular. Es característica por su arquitectura, que conserva intactos los rasgos propios de los períodos gótico y renacentista, y se convierte en un emocionante paseo rebosante de historia.
Burgos fue fundada en el año 884, pero pruebas recientes demuestran que siglos antes ya otras civilizaciones habían andado sus tierras. Hoy en día, la ciudad es la combinación perfecta de naturaleza e historia, ya que a su alrededor se despliegan verdes y vibrantes campos.
Además, se ve atravesada de este a oeste por el río Arlanzón y sus afluentes, lo cual hace que sea la ciudad española con mejor calidad de agua potable. La gastronomía regional también le ha valido un gran reconocimiento entre los turistas y ha influenciado la cocina internacional, siendo las comidas características y de mayor renombre, la morcilla y el famoso queso de Burgos.
En los últimos años, y aún conservando su apariencia, ha crecido considerablemente, tanto culturalmente como a nivel poblacional. Se han llevado a cabo diversos proyectos, entre los que se incluye la urbanización total del bulevar del Ferrocarril, que se convirtió en una de las avenidas más largas de toda Europa.
Su posición geográfica y progreso industrial hicieron de Burgos un punto clave, con una conexión privilegiada de rutas nacionales e internacionales.
Hay muchos lugares que visitar en Burgos, la mayoría de ellos sitios simbólicos de períodos pasados, como la Catedral, punto indispensable a la hora de seguir la huella turística de la ciudad. Construida en el siglo XIII, la Catedral de Santa María forma parte de la UNESCO, se erige hacia lo alto y ancho con bellos y complejos ornamentos en toda su estructura.
Como si fuera poco con su deslumbrante apariencia, en el interior se encuentra la tumba del Cid Campeador, un legendario caballero castellano que a finales del siglo XI lideró el Levante de la península ibérica, independizando el territorio de la autoridad del Rey.
En la extensión de la ciudad se alzan otros tantos antiguos edificios, muchos de ellos, castillos y monasterios, como el Castillo de Burgos, fortaleza característica de la ciudad, situada en el cerro de San Miguel.
Sus raíces se corresponden con la época de la fundación de Burgos, y aunque buena parte se conserva notablemente en la actualidad, algunos de sus muros fueron demolidos a comienzos del siglo XIX, cuando las tropas francesas lideradas por Napoleón fueron obligadas a retirarse para huir al norte, poniendo fin trágicamente a la ocupación.
Y si se echaran en falta más recorridos palaciegos, está la Casa del Cordón, ubicada en la Plaza de la Libertad. Aunque hoy en día funciona entre sus paredes un centro cultural y conmemorativo, el palacio data del siglo XV y mantiene el misticismo de haber sido escenario de un evento crucial en la historia: es el lugar en el que, hace más de quinientos años, los Reyes Católicos recibieron al mismísimo Cristóbal Colón.
Por otro lado, alejándose unos tres kilómetros del centro de la ciudad y adentrándose en la zona de campo, está la Cartuja de Miraflores, monasterio del siglo XV, perteneciente a la Orden de los Cartujos. En sus inicios, consistía en un pabellón de caza, pero fue luego adaptado.
Su interior alberga extraordinarias piezas renacentistas, y el monasterio es, en sí mismo, considerado como una joya gótica, simbólica de su tiempo tanto como de la zona en la que se encuentra. Actualmente, permanece ocupado por monjes, y los vestigios del peregrinaje se mantienen vivos también porque Burgos forma parte de la ruta del largo y milenario Camino de Santiago, cuyo destino es Santiago de Compostela.
