Redacción - 26 de junio de 2018
Clara Ponsatí cargó duramente contra los partidos políticos catalanes PDeCat y ERC porque considera que "están muy ocupados en mantener sus posiciones y en dar una batalla por sus espacios, sus fronteras, y sus nóminas”.
En una entrevista concedida ayer a Eldiario.es, la exconsellera de Ensenyament de la Generalitat ha lamentado que la situación que se creó fue próxima “a la caricatura” y que, en su caso, “hay un límite del ridículo que yo puedo hacer por Catalunya”.
Ponsatí lamenta que los partidos “no comparten estrategia y a veces ni objetivos”, por lo que apuesta por las iniciativas que abandonen esta división, como las primarias unitarias del independentismo que propone el filósofo Jordi Graupera para las elecciones municipales.
La exconsellera ha destacado que en el movimiento social del independentismo no hay problemas de unidad, pero que “no tiene traducción institucional” por las divisiones entre los partidos.
La exconsellera ha reconocido que el Govern no supo actuar después del referéndum del 1-O: “Evidentemente el independentismo no está derrotado como independentismo, pero la batalla de después del 1 de octubre la jugamos mal y la perdimos”.
“Pienso que no jugamos bien las cartas que teníamos en el momento en que el mundo nos miraba atento y con simpatía, que fueron los días 1 y 2 de octubre”, ha admitido, y ha asegurado que, después de no haber sabido aprovechar ese momento, el Govern debería haber convocado elecciones y asumir las responsabilidades. Por eso, considera que el independentismo sufrió “una derrota”, aunque cree que las elecciones del 21 de diciembre supusieron una gran victoria.
Ha explicado que decidió renunciar a volver a ser consellera cuando vio que no se investiría a Puigdemont y ha afirmado que “toda la historia de la restitución de consellers, con todo el respeto, ha tenido momentos cercanos a la caricatura”. En este debate de restituir a los consellers cesados por el 155 veía deseos personales e intereses partidistas, y ella prefirió no participar: “Hay un límite del ridículo que yo puedo hacer por Catalunya”.